Por Edwin Miranda V. | Activo$ Bolivia – La Paz
Rómulo Velásquez Ticona y su esposa Vicky de Velásquez son bordadores y artesanos de toda la vida, pero dada la suspensión hasta 2021 de fiestas emblemáticas como el Señor del Gran Poder debido al Covid–19, han tenido que agudizar su creatividad al máximo y crear ingeniosos barbijos con motivos folklóricos, los mismos han encontrado un mercado de emocionados clientes en Chile, Argentina y Ecuador dispuestos a pagar hasta 10 dólares por ellos.
Son cien por ciento hechos a mano y dedicados a fraternidades de caporales, tobas, diablada, tinkus, morenada y llamerada; también para grupos de otros países de Latinoamérica que replican las danzas típicas nacionales en esos pagos.
Como todo nuevo emprendimiento, Velásquez inició este desafío con cierto temor al fracaso, pero cuán equivocado estaba.
Apenas conocieron sus asiduos clientes del lanzamiento de los diseños folklóricos, comenzaron a llegar decenas de pedidos. No solo eso, representantes de danzas folklóricas de Chile, Ecuador y Argentina solicitaron pedidos extraordinarios que ahora son motivo de atención internacional.
«Tengo que enviar cantidades y estamos ahora en plena campaña», subraya la bordadora que asegura: «Dios tiene reservado para mí otros propósitos humanitarios» en nuestro país.
Relata que su esposo, artífice y creador de los barbijos folklóricos, cayó con Covid–19. «Casi muere, pero logramos vencer la enfermedad con yerbas y mates, nada más», explica.
«Gracias a él todos comen», asegura la esposa, compañera y socia de Rómulo en la casa de bordados «Colonial Internacional», que ambos abrieron en la tradicional calle Los Andes, de la ciudad de La Paz, una zona concurrida y obligada para cualquier persona que decida buscar trajes folklóricos de toda índole. La marca es tradicional en La Paz, puesto que la casa se ha especializado en diseño y bordado de trajes de caporal. Con precios que antes de la pandemia llegaban a cerca de 100 dólares, por lucir un traje nuevo y novedoso, «actualmente bajaron a la mitad del costo original. Llevan los trajes con solo 100 bolivianos, y como van las cosas, podrían depreciarse más», lamenta Velásquez.
Trabajo para docenas de familias
«Dios bendice nuestro trabajo», asegura doña Vicky para quien una muestra de esta situación son los 500 barbijos que deben ser guardados bajo reserva y envidos para fraternidades de Ecuador, Argentina y, quién lo diría, Chile.
«Las últimas semanas estamos trabajando a todo pulmón para enviar barbijos a la fraternidad Proyección de Chile. Enviaremos aproximadamente 200 unidades para que los danzarines puedan lucirlo en la Fiesta de la Candelaria, una de las más grandes y similar a la del Carnaval de Oruro que anualmente promociona el país vecino», relata emocionada.
A un precio por unidad que llega a cerca de los 10 dólares americanos exportará los barbijos «Colonial Internacional». «En tierras extranjeras seguramente subirá de precio entre 15 a 20 dólares, pero esa es otra historia», señala la señora Velásquez.
La Fiesta de la Candelaria también se conmemora en la Argentina. «Centenares de bolivianos que viven en la nación vecina también pidieron los barbijos, así que, gracias a Dios, hay trabajo en medio de esta peste que se ha llevado ya ocho bordadores en Los Andes», revela la artesana. Con los ingresos ya asegurados, Rómulo y Vicky volvieron a contratar mano de obra. «Por lo menos hasta fin de año, un promedio de 50 familias tendrá trabajo en medio de una crisis económica aguda que está golpeando a los artesanos, porque no solo varios ya perdieron la vida, sino, cerraron tiendas y abandonaron la zona para dedicarse a otra actividad», describe Velásquez.