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Germán Efromovich, el paisano triunfador que pocos bolivianos conocen

Germán Efromovich, hace 5 años, cuando aún tenía el control de Avianca, en su oficina de Bogotá, Colombia.

Redacción y fotos: Gustavo Villarroel Terrazas

“Las personas deben tener fe, tienen que estar dispuestas a comenzar de nuevo e ir adelante. Es el ejemplo que yo aprendí de mis padres, que llegaron sin nada a Sudamérica, después de que mi padre perdió a toda su familia en el holocausto y empezó de nuevo; después tuvo que cambiar de país por enfermedad, le fue mal con un socio y empezó de nuevo”.

Este es el mensaje para aquellas personas que en esta pandemia perdieron su empleo, quebraron en su negocio o perdieron a un familiar. Y llega de parte de un hombre muy singular, muy poco conocido en Bolivia, pero que siempre se presenta, en las altas esferas de los negocios internacionales, como boliviano.

Él es Germán Efromovich, uno de los empresarios más grandes de Latinoamérica, hasta hace más de un año accionista mayoritario de Avianca Holding junto con su hermano José, además de manejar otras empresas en diferentes sectores de la industria colombiana y brasileña, países donde ha estado residiendo la mayor parte de su vida.

A pesar de estar hoy enfrentando enormes conflictos empresariales en Brasil, por el caso Lava Jato, todavía sumergido por completo en el mundo de los negocios a nivel internacional, Germán se dio un espacio en su agenda para brindar una entrevista virtual con la revista Activo$ Bolivia.

El incansable

Hace exactamente cinco años, en 2015, tuve la oportunidad de entrevistar personalmente a Germán en su oficina de Avianca, en su sede central ubicada en Bogotá, Colombia. Por más de media hora, allí nos relató su vida, algo de sus actividades empresariales y, sobre todo, una buena parte de su filosofía personal para batallar en los negocios.

En aquella ocasión, ante la pregunta retórica ¿cuándo piensa jubilarse?, respondió: “Yo ya estoy jubilado. Si usted hace lo que le gusta, usted no trabaja ni un minuto en la vida. ¿Por qué me voy a jubilar, para qué?”

Ahora, cuando tiene más de 70 años de edad, le recordamos esa respuesta y de inmediato comentó que “yo no trabajo ya hace tiempo, porque hago lo que me gusta y yo miro para adelante. Y le cuento que estoy trabajando mucho más que cuando tenía 30 años de edad. Si el Señor me da salud, mi jubilación va a ser en una caja de madera, a siete palmos bajo tierra”.

Con ese coraje que lo llevó a ser uno de los empresarios más reconocidos de Latinoamérica y del mundo, Germán Efromovich comenta que la pandemia del coronavirus nos cogió a todos por sorpresa y que lo más penoso de todo es que se está llevando vidas de personas, al mismo tiempo de destruir la economía.

“Vamos a tener que surgir, ya tuvimos pandemia en el pasado, tuvimos bombas atómicas, tuvimos guerras mundiales; el ser humano va a tener que sobrevivir, la pena es el costo de eso, las vidas humanas que se pierden y el sufrimiento de la gente”, señala.

Cuando tenía el control de Avianca Holding, además de un conglomerado de empresas junto con su hermano, la cantidad de empleos que generaba superaba las 40 mil personas en varios países.

Sobreviviente del holocausto

Germán viene de una familia de aquellos judíos polacos que sufrieron la mayor cacería humana propiciada por el brutal dictador Adolf Hitler.

En esos días, cuando era muy joven, su padre fue testigo de la cruel matanza de toda su familia fusilada en uno de los campos de concentración. Antes de correr la misma suerte, logró saltar de un camión para escapar con rumbo incierto.

Una historia muy similar a la del protagonista de la galardonada película El Pianista, donde el personaje principal pierde a sus padres y hermanos, pero logra sobrevivir en Polonia.

Por su lado, la madre de Germán, aún adolescente, logra escapar junto a sus padres con destino a Rusia, pero son enviados a la región inhóspita de Siberia, donde casualmente se conoció con el que llegaría a ser su esposo.

Terminada la guerra, la joven pareja ya casada viajó a Alemania a un campo de refugiados cerca de Munich, donde esperaron sus documentos por más de un año y medio. Allí nació la primera hija Miriam.

Decididos a comenzar una nueva vida lejos de los horrorosos recuerdos, la joven familia toma un barco y por más de dos meses en el mar viaja con rumbo a Sudamérica, llegando primero a Antofagasta, Chile, para dirigirse finalmente a Bolivia. ¿Por qué eligieron este país y no otros de mayor desarrollo? Por diferentes factores, pero una de las razones más importantes fue que el hermano de la madre de Germán ya estaba en territorio boliviano, trabajando con pieles en el Beni.

Entrevista del director de Activo$ Bolivia, Gustavo Villarroel, a Germán Efromovich, en septiembre de 2015, en la sede central de Avianca, en Bogotá, Colombia.

En la altura de La Paz 

Los jóvenes padres y su hija llegaron a La Paz en 1947, dejando atrás los 40 grados bajo cero de Siberia y el comunismo de la entonces Unión Soviética, pero arribaron a una ciudad a más de 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar, sólo llevando la ropa puesta y unos cinco dólares en el bolsillo.

A los tres años de estadía, en marzo de 1950, nació Germán y cinco años después, José, el tercer hijo. Todo estaba marchando por buen camino, pero dos factores hicieron que el padre de la familia decidiera dejar Bolivia. Por un lado, la altura, que les estaba afectando en su salud, y por otro lado la Revolución del 52.

Germán menciona que en ese entonces todos los días había conflictos, como ocurre hasta hoy en Bolivia. Pese a tener menos de 5 años de edad, recuerda como pequeños flashes en su memoria cuando su mamá los metía debajo de la cama fuera del alcance de las balas que pasaban por las ventanas.

Por esas razones, agarraron las maletas y dejaron Bolivia para probar suerte en Santiago, Chile, donde estaban algunos amigos que también habían escapado de Europa. Después de tres años, volvieron a hacer maletas para irse a Arica, que en ese entonces era un puerto libre.

Allí vivieron por unos meses en un conteiner, que Germán no lo toma como un período de sufrimiento, sino como una experiencia de vida, como una aventura de su niñez. “A pesar de eso, siempre tuvimos un techo, un colchón para dormir y no nos faltaba comida. El viejo siempre consiguió eso después de todo lo que pasó y sobrevivió. No se puede llamar sufrimiento, ser humilde no es sufrimiento, a veces el pobre es más feliz que muchos ricos, desde que Usted tenga una vida sana y tenga para sus necesidades día a día, y eso lo teníamos”.

“No hubiera hecho el uno por ciento de lo que hice sin mi esposa, yo no tendría familia, no tendría nada si no fuera por ella”.

Otro cambio de país

Las guerras y los conflictos político-sociales parecían perseguir a la familia Efromovich. Tras la llegada de Salvador Allende al poder en Chile, el padre de Germán decidió buscar otro destino, porque ya habían escapado del comunismo de Rusia, de las revoluciones en Bolivia y no quería que su familia viva en un país con un gobierno de izquierda.

De esa manera, toda la familia migró nuevamente, llegando esta vez a Sao Paulo, Brasil, donde se establecieron definitivamente y donde Germán pudo estudiar la carrera de Ingeniería Mecánica. Recién graduado y egresado ingresó a la SGS (1975), una empresa de certificación métrica para la industria petrolera.  

Así comenzó, junto a su hermano, a introducirse en el mundo de los negocios del petróleo, logrando crecer y avanzar rápidamente hasta que un día se le presentó la oportunidad de comprar la aerolínea colombiana Avianca, que en ese entonces estaba en quiebra.

Bajo su mando, Avianca llegó a lo más alto de la aviación comercial en el mundo y Germán se mantuvo entre Colombia y Brasil, viajando además por otros países dentro y fuera del conteniente, realizando gestiones de negocios para un conglomerado de grandes empresas que llegó a constituir.   Hace un poco más de un año dejó Avianca, por unas disputas comerciales con United, aunque en febrero pasado había anunciado a un medio colombiano que tenía toda la intención de retomar el control de la empresa.

Lecciones de la pandemia

En todo momento de la entrevista con Activo$ Bolivia, pese a la pandemia y a los enormes conflictos empresariales que enfrente hoy, Germán siempre muestra firmeza y determinación para seguir adelante, sin olvidar nunca que su tierra natal, por esas cosas de la vida, es Bolivia. 

“Las lecciones que toda pandemia, que toda guerra nos dejan, es que todos somos vulnerables, que todos somos iguales, de carne y hueso. La pandemia agarró a empresarios, a ricos, a pobres, a presidentes. Pero lo malo es que el ser humano no tiene memoria, no preserva la historia, lo único que puedo decir es que debería dejarnos una lección muy grande, espero que la aprendamos y la apliquemos, para que seamos un mundo mejor después de esta pandemia”, comenta.

Desde la entrevista que le hicimos hace cinco años, para Germán han cambiado muchas cosas, han quebrado algunas de sus empresas y perdió el control de Avianca. Pero no se rinde y como mensaje final señala: “Pero vamos a ver cómo salir de esto y vamos para adelante, hay que mirar siempre para adelante con optimismo”.