Por Luzgardo Muruá Pará | Activo$ Bolivia – Cochabamba
Unos dicen que el origen de la salteña es Potosí, otros Sucre, otros Cochabamba, en fin; lo que está fuera de dudas es que Los Castores, «las salteñas bien cochalas», ha construido su propia historia y la ha sabido encumbrar al punto que hoy, para celebrar sus 30 años de creación, abrió la sucursal más grande del país en la zona más distinguida de Cochabamba, La Recoleta.
Por razones de seguridad netamente sanitaria dado el Covid–19, en el acto protocolar no estuvieron los creadores de Los Castores, don José Cristóbal Andrew Cardoso y doña María del Rosario Sejas, pero su espíritu emprendedor se respira en cada rincón de las tres plantas del edificio donde se yergue la nueva sucursal, situada en la Av. Aniceto Padilla, a unos pasos de la iglesia de La Recoleta.
«Con seguridad nuestros padres, a pesar de no estar presentes, agradecerían en primer lugar a Dios por haber guiado esta empresa durante tantos años; también a los clientes y al personal, por ser parte fundamental de este emprendimiento», señala Pablo Andrew, el hijo que funge como Gerente Comercial.
30 años, siete sucursales
El primer local de Los Castores estaba situado en la primera cuadra del histórico y concurrido paseo El Prado, allá en el año 90. Hoy cuenta con cinco sucursales en Cochabamba, una en La Paz y otra en Santa Cruz, generando alrededor de 60 empleos directos sólo en la llajta.
«Es un sueño de varios años de toda la familia en el que le hemos puesto mucho esfuerzo y mucho cariño. Por eso, vivimos este momento celebrando, felices por dar este paso fundamental para la satisfacción de nuestros clientes», festeja por su lado José Andrew, el Gerente de Producción de la empresa familiar.
Esta nueva sucursal es un edificio de tres plantas, dos de atención a todo público, una para eventos infantiles «porque Los Castores es una empresa para la familia» —insiste José—, y una terraza pronto a habilitar para disfrutar desde allí una vista espectacular del majestuoso Tunari o regocijarse del cielo profundamente azul de Cochabamba.
Como sea, fueron seis años de espera hasta hacer realidad este proyecto. Ahora la familia Andrew Sejas lo celebra por lo alto, pero a la vez aguarda con entereza que amaine la pandemia para expandir su éxito más allá de las fronteras. De hecho, ya están conversadas la venta de su franquicia en EEUU y Chile, donde hay bolivianos en general y cochabambinos en particular que aguardan ansiosos los sabrosos productos de esta industria del jigote.
Con ello, sin duda, se ratificará otro de los lemas de Los Castores aquí, allá o en la China: «barriga llena, cochalo contento».