Redacción: Luzgardo Muruá Pará
La educación es el camino. Pero no cualquier educación. No esa educación repetitiva y vacía que todavía otorga al profesor el rol de semidiós de la enseñanza. No. Sino esa que irrumpe y sacude los cimientos de todo sistema formativo arcaico y rancio, esa educación que resquiebra y funde viejos paradigmas, esa que hace del estudiante el protagonista de su propio aprendizaje, el forjador de su propia historia, el arquitecto de su propio destino con base en su talento. Este es el elevado precepto que UNIFRANZ —Universidad Franz Tamayo—empuña desde hace un lustro, con su modelo educativo por competencias y su método de aprendizaje que ensambla lo mejor de lo virtual y lo mejor de lo presencial, convencida que así, cimentado en el talento humano como esencia transformadora, cambia el mundo, democratiza el conocimiento, hace feliz la vida y logra, desde Bolivia, ciudadanos de clase mundial, a la altura de un mundo 4.0.
—El hombre debe estar por adelante de la inteligencia artificial — despliega el Vicerrector de esta prestigiada casa superior de estudios, Rolando López, quien hace cinco años dio el pistoletazo de partida hacia una nueva educación superior, esa que hoy —más que necesaria—, se hace imprescindible para todo ser humano, con la tecnología como aparejo y la creatividad como bandera.
Si bien esta pandemia ha calado en lo más hondo de la existencia humana y ha transformado la vida desde los quehaceres más cotidianos hasta los más trascendentales, es posible sobrellevarla y superarla tal como lo ha hecho siempre el ser humano: con talento y aprendizaje. Antes que sucediera esta demoledora crisis sanitaria, ya UNIFRANZ había ajustado el zoom en este nuevo estilo de vida, lo que ratifica que estaba en la ruta correcta. Por entonces se preguntó ¿Cómo cambiar el retraso de un país como Bolivia en uno de desarrollo, bienestar y progreso, sin menoscabar el mundo?
—La educación es el camino —responde Rolando López, con la actitud de un gurú y la seguridad de un senséi, ya sea que lo diga en la Tv, en la radio, en el Face o donde sea que acude a difundir esta nueva filosofía educativa. Así, poco a poco se está introduciendo en otros ámbitos este pensamiento innovador. Y, en el caso de UNIFRANZ, ya está recogiendo frutos.
Nuevo concepto
Hasta ahora, el ser humano ha basado su progreso en el uso de los recursos naturales, ya sea para obtener bienes, para generarse energía, para impulsar su locomoción, para proporcionarse salud, en fin. Sin embargo, como todo recurso nativo estos son finitos, un día se acaban. Entonces ¿Qué queda por hacer? ¿A qué echar mano para encarar el futuro que ya llegó? Para López hoy más que nunca tiene sentido apelar a esa curiosidad innata de los niños que se preguntan el porqué de las cosas y aplicarla en esta vorágine de cambios impetuosos, lo cual vale para sustentar y demostrar que el talento humano, con la tecnología como herramienta y un modelo educativo disruptivo, es posible transformar la vida y el mundo, y —como ya se dijo— lograr ciudadanos de Bolivia para el mundo. Comienza por proponer un sistema educativo verdaderamente de este siglo, el siglo de la tecnología, con el estudiante como protagonista de su propio aprendizaje basado en su talento, que es el recurso que abunda en el mundo y es una riqueza inagotable.
—El éxito está al alcance de la mano, sólo depende de cómo uno está preparado —sentencia el Vicerrector.
En ese sentido, propone cambiar la escasez de los recursos naturales por una mentalidad de abundancia. Cambiar esa mentalidad sensacionalista de pensar que la felicidad depende sólo de la disponibilidad de recursos y no en la vida misma, pensando solo en consumir en lugar de vivir. ¿Cómo cambiar esto? ¿Qué es lo que abunda?… muy claro: Gente, abunda gente, gente con cerebro, gente con mente, gente con talento. En esa mente está el talento humano que hay que desarrollar, porque —además— no es un talento homogéneo, más bien diverso, pues hay biólogos, artistas, cientistas, arquitectos, deportistas, gente con inteligencia espacial, gente con capacidades técnicas, etc., que anhela superarse. Es acá cuando irrumpe la educación 4.0 que postula tres tipos de innovación:
1.- Innovación educativa, con lo cual moderniza las técnicas de enseñanza
y aprendizaje.
2.- Innovación tecnológica, que permite poner a disposición de los estudiantes plataformas, herramientas y artefactos digitales que facultan interactuar de manera dependiente, independiente e interdependiente.
3.- Innovación en la cultura organizacional. Es decir, hacer instituciones más fáciles, menos formales, más ágiles, menos burocrática, donde aparte del pensamiento analítico haya pensamiento de diseño que desbloquee
viejos paradigmas, viejas costumbres y emerja la creación.
Aprender haciendo
De acuerdo con una investigación de la revista de Educación «Alteridad», vol. 12, núm. 2, 2017, ha habido al menos cuatro reformas en el sistema educativo de Bolivia. A saber: la liberal (1899-1920), la nacionalista (1954-1964), la neoliberal (1994-2004); y en el siglo XXI, la sociocomunitaria. Cada reforma buscó la formación de una ciudadanía, no de la persona como tal. En el caso de la liberal planteó la identidad boliviana; la nacionalista apuntó hacia el mestizaje como ideal ciudadano; la neoliberal por la construcción de una ciudadanía pluricultural y plurilingüe; y la sociocomunitaria esbozó una ciudadanía intercultural y descolonizada. Es decir, ninguna se preocupó de otorgar al estudiante el protagonismo que le corresponde, como sujeto del aprendizaje, como el recurso más valioso de la educación y el desarrollo. De ahí que hasta hoy Bolivia sigue siendo uno de los países más decadentes en materia educativa.
Precisamente por ello cobra urgencia y relevancia la innovadora propuesta de Rolando López y UNIFRANZ, que no es otra cosa que una educación 4.0, que va a la par de la tecnología en la industria 4.0 o la salud 4.0 que privilegia al paciente.
—Estábamos enseñando a estudiantes del siglo XXI con docentes del siglo XX y con técnicas del siglo XIX —resume López el estado del sistema educativo boliviano al cual refuta con creces por ser un sistema que mata el talento y despedaza la creatividad.
Hoy —plantea— se aprende haciendo. Hoy las mayores herramientas de desarrollo son las tecnológicas. La tecnología es virtualidad, es digitalización, es crecimiento. Por eso re-imaginó una educación transformadora, para implementarla en Bolivia de cara a lo que acontece en el mundo, a lo que ya se está viviendo y a lo que se viene.
—Íbamos muy rápido por la vida, dándole más importancia al reloj que a la brújula, sin concebir que la brújula es lo más importante —grafica el contexto.
A propósito de la irrupción de la educación virtual debido a la pandemia del Covid–19, López concibe que ésta no es de ahora. Estaba hace tiempo, pero qué pasaba: con el viejo sistema educativo y la mentalidad de los mayores, no se le daba importancia, por tanto, no se la aplicaba. Considera que después de la pandemia sí se va a volver a la presencialidad, pero ya no será lo mismo. No debe ser lo mismo. Ya no se debe volver a esa educación obsoleta que mata la creatividad.
Saber y dar solución
Este modelo de educación ha llegado para quedarse, porque apuesta por orientar ese aprendizaje hacia las carreras del futuro, hacia las empresas del futuro, hacia la mentalidad del futuro, hacia el ciudadano del futuro. Este nuevo orden mundial ha generado corrientes estructurales que ya subyacen en este tiempo, por ejemplo, la cuarta revolución industrial. Ahí ingresa inevitablemente la educación 4.0.
—Hoy la tecnología está en todo ¿Cómo no puede estar en la educación? —cuestiona Rolando López.
Esto motiva a diseñar un aprendizaje combinado que Unifranz comenzó a aplicar hace cinco años, es decir, extrayendo lo mejor de lo presencial y lo mejor de lo virtual. Esto ha implicado cambiar todos los aspectos de lo que debe contener una casa superior de estudios, desde el diseño de una nueva malla curricular hasta implementar plataformas y laboratorios virtuales, pasando por aplicar nuevas formas de evaluación.
Por ello, este modelo concibe tres pilares fundamentales: saber conocer, saber hacer, saber ser. Con esa base se evalúa cada día, se disciernen las competencias y nace la competitividad innovadora y creativa. Así, el aprendizaje marcha al ritmo del estudiante, no del catedrático; se patrocina el talento creativo, se aprende de los mejores que ya recorrieron el mismo camino y se reduce de tiempo de la carrera. De este modo el estudiante, desde ya, construye soluciones a problemas reales: observa, entiende, plantea, soluciona.
Fundamentos
Detrás de este nuevo modelo gravita toda una filosofía práctica, sustentada en seis variables:
1.- Tiempo: El estudiante puede aprender en el momento, lugar y condiciones que quiera, ya sea de un tutor (guía) o de una biblioteca virtual. El conocimiento está al alcance de todos a cualquier hora.
2.- Contenidos: Éstos ya no están en la cabeza del docente o en las diapositivas, están en la palma de la mano. Así como se tiene campus físico, se posee campus virtuales clonados a los cuales se ingresa solo con un click. Allí el estudiante encuentra todo: su semestre estructurado, sus materias, textos digitales, sumarios multimedia, encuestas, etc., que permiten consultar cuando quiera y donde quiera.
3.- Simulación: Hay la capacidad de instruirse en simuladores de aprendizaje. No se necesita practicar en la realidad, se lo puede realizar a través de simuladores de negocios, de mercado, de decisiones administrativas, de salud. «Por ejemplo, es posible ver si tus pulmones funcionan bien con simuladores de salud. Ya no se necesita cadáveres para estudiar anatomía, ya hay simuladores del organismo humano», esboza López.
4.- Experiencia: Luego viene el conocimiento de fuera, es decir, prácticas en laboratorios, hospitales, en empresas… lo mejor del aprendizaje presencial. Se anticipa a ganar experiencia en el mundo real.
5.- Universalidad: Es la educación expuesta en plataformas que visibilizan a los estudiantes, por ejemplo, mediante galerías en las que los trabajos o investigaciones de marketing, ingeniería, administración de empresas, publicidad, etc., se exhiben a todo el público. También hay plataforma para liderazgo en la que, por decir, se puede diseñar el futuro de Cochabamba guiado por expertos y científicos mundiales. A ello se añade las ferias del conocimiento donde los estudiantes compiten a nivel internacional a través de alianzas con otras universidades.
Asimismo, incursionan en otros tipos de actividades como los Premio Kamay a la Innovación de la Federación de Empresarios. Por cierto, una estudiante de UNIFRANZ obtuvo el primer lugar gracias a la aplicación especializada en comercio. Otro alumno de sistemas diseñó un bastón para ciegos y sordos.
Por tanto, se trata de ampliar las fronteras de sus conocimientos, observar los problemas reales y darles soluciones reales. Además de apalancarlos como profesionales, porque con ello los nuevos egresados se hacen conocidos en sus ámbitos, construyen sus hojas de vida antes de salir al campo laboral. En definitiva, es una educación Blended Learning Experience. «Eso es volver del campus virtual a la realidad», asegura el Vicerrector.
Todas estas razones han valido para que UNIFRANZ sea una de las pocas
acreditadas al Mercosur.
Del miedo a la superación
El mejor legado, un hijo profesional. Es otro de los axiomas que postula UNIFRANZ, asumiendo que a muchos les nace la incertidumbre acerca de invertir o no en educación.
De igual manera surge el temor ante el reto de sumergirse en este nuevo modelo de educación en un mundo tecnologizado. Conlleva, pues, un aspecto elemental: decisión.
—¿La tecnología asusta? Claro que sí. Para quien no sabe nadar, la piscina asusta; para quien no sabe conducir, el coche asusta, para quien no sabe volar un avión, la altura asusta. De ahí que muchas veces es más fácil quedarse en la zona de confort y asumir que todo es normal, que no es necesario ningún cambio —reflexiona a la colectividad Rolando López. Contra todo aquello va la Universidad.
Ya en UNIFRANZ Cochabamba unos 200 docentes y a nivel Bolivia otros mil catedráticos trabajan con esa nueva mentalidad.
—Detrás del miedo está la felicidad… pero generalmente la procastinamos —encara el Ingeniero refiriéndose al temor que sienten las personas ante lo nuevo, ante los cambios, ante la innovación, ante los retos.
Pero todo eso es superable si se cuenta con la guía y las herramientas adecuadas como las que brinda esta casa superior de estudios.
Este modelo educativo hoy más que nunca hace falta ante un consumismo que degrada el mundo, degrada los valores, degrada la personalidad. El talento humano es la riqueza de hoy y del futuro, necesario para para garantizar un planeta sostenible, para salir de la pobreza.
—La educación tiene una deuda con la humanidad. Por ser políticamente correctos, hemos dejado de ser honestos intelectualmente. —perjura López.
Entonces, de lo que se trata es de ostentar talentos diversos de clase mundial, pero además ciudadanos íntegros, con mentalidad de un explorador creativo, un innovador disruptivo que no tenga fronteras. Un ciudadano capaz de transformar su entorno, capaz de cumplir deberes y no sólo de exigir derechos; que entienda el marco político regulador de sus acciones; con habilidades para conectar al mundo, generar interrelaciones, hacer comunidad y así crear un mundo de inteligencia colectiva.
—El camino es la educación. Una educación real basada en un quehacer virtual —diría alguien que se formó en UNIFRANZ.