Redacción | Activo$ Bolivia
El ingenio boliviano volvió a brillar, pero esta vez fuera de casa. En Villeta, Paraguay, se inauguró la primera planta de producción de diésel sintético de alta calidad hecho a partir de residuos, impulsada por la empresa Bolivian Industrial Technology (BIT). Sí, es una compañía nacida en Bolivia, pero que encontró en tierras guaraníes la oportunidad que las autoridades bolivianas le negaron.
Durante la ceremonia, que contó con autoridades del viceministerio de Energía de Paraguay, la Cámara Boliviana-Paraguaya y empresarios locales, se encendieron los equipos e incluso se puso en marcha un vehículo con este combustible alternativo. El entusiasmo fue inmediato porque Paraguay no tiene gas ni petróleo, así que esta innovación puede marcar un antes y un después en su matriz energética.
“En Bolivia no nos dejaron. Tuvimos más de 70 reuniones con el Gobierno central, pero nunca obtuvimos el respaldo jurídico para vender este tipo de combustible. En cambio, en Paraguay solo pedimos licencia ambiental y listo”, explicó Xavier Iturralde, CEO de BIT.
La diferencia entre ambos países es brutal. Mientras en Bolivia el marco legal y la maraña de impuestos frenan proyectos así, en Paraguay el panorama es casi seductor: IVA e IUE de apenas 10%, reglas claras y menos burocracia. Resultado: el país vecino crece 4% a 5% anual, mientras Bolivia sigue discutiendo si cambia o no su Ley de Hidrocarburos.
Pero ojo, el sueño de BIT no termina en Paraguay. La empresa quiere montar un polo de desarrollo e investigación en La Paz, capaz de convertir residuos en hidrocarburos de calidad y, de paso, abrir empleos y oportunidades. El proceso es casi redondo porque se aprovecha el 95% de los desechos, no se desperdicia agua y hasta el gas generado se reutiliza para calentar el reactor.
La apuesta de BIT es transformar basura en energía limpia y rentable. El problema es que, mientras afuera lo celebran, en Bolivia aún falta dar el salto normativo que permita pasar del discurso al hecho.