
Redacción | Activo$ Bolivia
No todo lo que exporta Bolivia cabe en los titulares de siempre como soya, carne o quinua. Esta vez, la estrella es un insumo tan curioso como valioso: el pelo fino de conejo y liebre. Sí, ese mismo que, lejos de quedarse en granjas y campos, termina en los talleres más exclusivos de China y España para transformarse en prendas y sombreros que cuestan una fortuna.
En 2024, Bolivia envió 2,6 toneladas de este material premium por un valor que superó los 160 mil dólares. China se quedó con el 51% y España con el 49%. Y si de orgullo regional hablamos, Chuquisaca y Santa Cruz fueron los protagonistas, aportando exactamente en la misma proporción que los compradores internacionales.
¿Por qué es tan codiciado? La respuesta está en su suavidad y calidad, perfectas para la industria textil y sombrerera de alta gama. Para un sombrero de fieltro fino, por ejemplo, no hay sustituto que iguale su resistencia y acabado.
El reto ahora no es solo mantener las ventas, sino asegurar trazabilidad, calidad constante y una oferta exportable estable. En un mundo donde el lujo asiático y la tradición artesanal europea siempre buscan lo mejor, Bolivia tiene en sus manos una oportunidad de oro, aunque en este caso, sea más bien de terciopelo.