Edwin Carpio San Miguel | Activo$ Bolivia
El ecosistema tecnológico en Bolivia está más vivo que nunca. Según el Mapeo TIC Bolivia 2025, ya existen 155 startups activas, junto con incubadoras y aceleradoras consolidadas que por primera vez trazan una hoja de ruta completa, desde la idea hasta la inversión. En otras palabras, el país tiene un ecosistema, una base sólida y, por fin, una visión de futuro.
Pero el entusiasmo choca con una realidad dura y es que el financiamiento sigue siendo el talón de Aquiles. La falta de capital, la brecha digital rural y la ausencia de políticas de apertura tecnológica amenazan con frenar el impulso de esta nueva generación de innovadores.
Las startups se concentran en sectores donde la creatividad y la tecnología se dan la mano. El 23% trabaja con Software como Servicio (SaaS), ese modelo que permite usar software desde la nube sin instalar nada, mientras que fintech y eCommerce representan un 19% cada una. La mayoría tiene entre dos y cinco años de vida y equipos pequeños (1 a 5 personas), lo que demuestra una fase de madurez temprana pero también un crecimiento sostenido.
Además, el 61% ya apunta al mercado B2C, es decir, al cliente final. Este cambio muestra una evolución cultural porque se pasó de crear tecnología “para empresas” a pensar en soluciones “para personas”.
Sin embargo, el crecimiento requiere algo más que talento y ganas. Un reporte de la Fundación Emprender Futuro señala que Bolivia está “en un punto de inflexión digital”, pero que necesita colaboración, acceso a capital y seguridad jurídica para escalar.
Los números son claros. Solo el 14% de las startups logra acceder a capital de riesgo y en 2024 Bolivia levantó apenas 5 millones de dólares en inversión, frente a los 50 millones de Perú, que tiene tres veces más startups.
El Estado, por su parte, ha estado ausente en este juego. Los fondos públicos específicos casi no existen y la banca tradicional sigue pidiendo garantías imposibles a proyectos que apuestan por la innovación. Pero hay una luz al final del túnel porque el Banco de Desarrollo Productivo (BDP) anunció la creación de un fondo de inversión para startups tecnológicas. Si se ejecuta con transparencia y visión, podría ser el impulso que el ecosistema estaba esperando.
Por ahora, el mapa está trazado. Falta que los actores (públicos, privados y emprendedores) se atrevan a recorrerlo juntos. Porque el talento está. Lo que falta es gasolina para que el motor tech boliviano arranque a toda velocidad.