
Redacción | Activo$ Bolivia
Elon Musk —el millonario de los cohetes, los autos eléctricos y las ideas medio locas pero futuristas— tiene un servicio de internet satelital llamado Starlink que está conectando a los lugares más recónditos de Sudamérica. Desde las pampas argentinas hasta pueblos aislados del Amazonas, su red de satélites ha logrado lo que muchos gobiernos no: llevar internet rápido a donde antes solo llegaba la señal de humo.
Pero Bolivia le acaba de decir que “gracias, pero no gracias” a ese servicio.
Increíble ¿verdad? Mientras usuarios bolivianos pelean día a día con una conexión que a veces parece más telégrafo que internet, el país decidió no habilitar el servicio de Starlink en su territorio. ¿La razón oficial? Hasta ahora no hay una explicación detallada, pero todo apunta a temas regulatorios, falta de voluntad política o simple desconfianza.
El dato curioso es que países vecinos como Perú, Brasil, Chile y Paraguay ya tienen Starlink funcionando y, en muchos casos, con muy buenos resultados. Comunidades rurales, escuelas alejadas y hasta estaciones meteorológicas han logrado conectar sus equipos gracias a los satélites de Musk.
En Bolivia, en cambio, muchos usuarios se sienten atrapados en una especie de «zona muerta» tecnológica. Las zonas rurales siguen desconectadas y las empresas dependen de conexiones inestables.
Lo irónico es que en redes sociales bolivianas hay cada vez más personas pidiendo, rogando o soñando con que Starlink llegue. Pero el servicio sigue esperando aprobación, mientras los memes sobre la lentitud del internet nacional siguen apareciendo.
Entonces, ¿qué sigue? ¿Se mantendrán las puertas cerradas para Starlink en Bolivia? ¿O tenemos la esperanza de un cambio después de las elecciones de agosto?
Por ahora, lo único seguro es que, si bien las autoridades bolivianas le dijeron “no”, parece que mucha gente en el país sigue deseando que sea un “tal vez”.
Con datos de The New York Times