
Sandra Arias Lazcano | Activo$ Bolivia
En épocas complicadas, cuando la economía pende de un hilo y la plata escasea, mucha gente busca nuevas formas de generar ingresos. Y no falta quien, viendo esta necesidad, se ofrece como “salvador financiero” con promesas de rentabilidad rápida y segura nada menos que en la bolsa de valores. ¿Suena tentador? Claro. ¿Es realista? No tanto.
Últimamente proliferan cursos relámpago, grupos de WhatsApp y coaches que aseguran que con tres clases y mentalidad positiva ya puedes vivir del trading o de tus inversiones. Algunos ofrecen aprender todo en tres clases gratuitas para poder comprar acciones de Coca Cola o Burger King y dejar de trabajar para vivir de dividendos, otros ofrecen un curso “completo” de casi 3 mil bolivianos para aprender a operar en Wall Street y también hay quien asegura poder enseñar trading para triunfar, mientras muestra fotos suyas disfrutando en Dubai.
Pero aprender a invertir es más complejo. El economista Luis Fernando Romero considera que no es que esté mal buscar alternativas, pero el mundo de los mercados bursátiles no es un terreno para improvisados. Es como querer operar a corazón abierto después de ver unos tutoriales en YouTube. La intención puede ser buena, pero las consecuencias pueden ser fatales, al menos para tus finanzas personales.
Romero apunta que la gente que realmente vive de esto no se formó de la noche a la mañana. Estudió carreras como ingeniería financiera, se quemó las pestañas entendiendo el mercado bursátil, tiene años de experiencia y, aun así, toma riesgos calculados. No es solo cuestión de “saber cuándo comprar y vender”, sino de entender qué está pasando en el mundo, cómo reaccionan los mercados y por qué.
¿Significa que invertir está mal? Para nada. Es una alternativa más —y legítima— para diversificar ingresos, pero requiere constancia, conocimiento, y sobre todo, buena asesoría. Si vas a entrar, que sea con los ojos bien abiertos y con más formación que fe.
Porque hay oportunidades, pero también hay estafas. Y en la línea fina entre ambas, la diferencia está en cuánto sabes y con quién te asesoras.