Redacción | Activo$ Bolivia
Bolivia se está quedando sin margen para seguir endeudándose sin consecuencias graves. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), nuestra deuda pública total ya ronda el 95% del Producto Interno Bruto (PIB). Eso quiere decir que, por cada 100 bolivianos que produce el país, debemos 95. Es como si tuvieras que pagar casi todo lo que ganas al mes solo en deudas.
Aunque el Gobierno dice que la deuda consolidada es de “apenas” 45,1% del PIB, lo cierto es que si sumamos la deuda externa e interna (esa que se toma prestada dentro del país, por ejemplo, del Banco Central o las AFP), el panorama cambia bastante.
En los últimos 10 años, la deuda interna pasó de representar solo el 8% al 18,3% del PIB.
Y como si fuera poco, el déficit fiscal ya pasó el 10%. Esto quiere decir que el país gasta mucho más de lo que ingresa, y la única forma de cubrir ese hueco ha sido pidiendo plata prestada. El resultado fue más deuda, más intereses, menos confianza de los inversionistas y un país que va caminando por una cuerda floja económica.
La inflación también viene empujando fuerte (cerró en 10% el 2024 y podría llegar a 15% este año). Esto afecta directamente a nuestro bolsillo porque sube el precio del arroz, del aceite, de la carne y de todo lo demás; pero el poder adquisitivo cae.
Comparado con otros países de la región, Bolivia ya está entre los más endeudados junto con Brasil y Argentina. Pero mientras ellos tienen acceso a mercados financieros grandes (aunque con costos), Bolivia está financiando su gasto principalmente con recursos internos y reservas que se están agotando.
El FMI ya lanzó la alerta, dijo que si no se ajusta el gasto público y no se cambia el modelo económico, podríamos enfrentar un ajuste desordenado, es decir, una crisis de esas que hacen historia.
¿Y ahora qué?
El país necesita decisiones valientes y urgentes: gastar mejor, mejorar la transparencia fiscal, reducir subsidios insostenibles y atraer inversión sin comprometer soberanía.
Mientras tanto, es inevitable preguntarse: ¿Quién va a pagar esta cuenta?