Redacción | Activo$ Bolivia
A mitad de año, Cochabamba no tiene mucho que celebrar en materia económica. Según el más reciente reporte de la Federación de Entidades Empresariales Privadas (FEPC), el departamento está oficialmente en fase de estancamiento productivo. En criollo: no estamos creciendo, estamos sobreviviendo.
Con un crecimiento del PIB de apenas 0,44%, Cochabamba se anota su peor marca en una década. Y lo que es peor, está por debajo incluso del promedio nacional, que tampoco es muy alentador (1,02%). Todo esto se da en medio de una tormenta perfecta: menos exportaciones, inflación descontrolada, informalidad laboral por las nubes y un ingreso que ya ni alcanza para lo básico.
¿Qué tan mal estamos?
- PIB en caída libre: El PIB cochabambino llega a 3.423 millones de dólares, pero esa cifra no se traduce en bienestar. Solo unos pocos sectores crecen, como servicios y minería, pero los más importantes –como el petróleo y el aparato público– están retrocediendo.
- El ingreso no rinde: El famoso PIB per cápita (que nos dice cuánto gana cada persona en promedio) oficialmente está en 3.291 dólares, pero ajustado al tipo de cambio paralelo, cae a 1.453 dólares. O sea, estamos entre los más pobres del continente.
- Inflación imparable: En solo seis meses, los precios subieron más de 15%, y si solo miramos alimentos, el golpe fue aún más duro: ¡33,6%. Comprar lo mismo que el año pasado ahora es un lujo.
Muchas microempresas, pero poca fuerza real
Cochabamba tiene más de 65 mil empresas registradas, pero el 91% son microemprendimientos, muchos de subsistencia. Solo 0,3% son grandes empresas, las que realmente podrían mover la aguja económica. Y más del 82% de las empresas son unipersonales. Eso significa que la mayoría trabaja por su cuenta, sin empleados, sin escala, sin seguridad.
En resumen: mucho emprendimiento, pero poca formalidad y aún menos crecimiento.
¿Y los impuestos?
Aquí la cosa también está desbalanceada. Mientras los grandes contribuyentes (PRICO y GRACO) –que no llegan ni al 1,5% del padrón nacional– pagan el 82% de los impuestos, más de 346 mil pequeños contribuyentes aportan apenas el 17,6%. Y los Regímenes Especiales, que agrupan a casi un tercio del padrón, solo aportan el 0,21%. Una base fiscal que no da para mucho.
El drama del empleo
La informalidad laboral está en su punto más alto: 84,27% de la población económicamente activa no tiene empleo formal. Eso significa que más de 750 mil personas en Cochabamba viven de trabajos sin contrato, sin seguro, sin derechos. Apenas el 15% tiene un trabajo formal.
Importamos más de lo que exportamos
Entre enero y mayo de este año, Cochabamba exportó por 141,5 millones de dólares, pero importó por 218 millones. O sea, gastamos mucho más de lo que ganamos, con un déficit comercial de 76 millones de dólares. Lo peor es que esta situación no es nueva: lleva dos décadas en rojo.
Los principales productos exportados son urea (30%), bananas (11%), gas natural (8%) y productos químicos (8%). Pero ni con eso se logra emparejar la balanza.
¿Y ahora qué?
Lo cierto es que Cochabamba necesita más que buenas intenciones para reactivarse. Las microempresas no pueden solas, el poder adquisitivo está por el suelo, los precios no paran de subir y el aparato productivo está estancado. El informe de la FEPC es una llamada de atención a todos: sector público, privado y sociedad civil. La advertencia es que, si no se hace algo ahora, el segundo semestre podría ser incluso peor.