Redacción | Activo$ Bolivia
La Coca-Cola, esa bebida burbujeante que nació en Estados Unidos hace más de un siglo, trascendió su propósito original y se ha convertido en algo más que un simple refresco en varias comunidades indígenas de América Latina.
En países como Perú, Bolivia y México, esta gaseosa ha encontrado un lugar en rituales ancestrales, transformándose en una ofrenda con significado espiritual. ¿Cómo pasó de ser un ícono del capitalismo a un elemento sagrado? Te lo contamos.
Bolivia: la Coca-Cola en las mesas de la Pachamama
En el altiplano boliviano, la relación con la tierra y los ancestros es sagrada. Cada 1 de agosto, cuando se celebra el Día de la Pachamama (Madre Tierra), es común ver mesas rituales con hojas de coca, alcohol, dulces y… sí, botellas de Coca-Cola. Muchos yatiris (sabios andinos) explican que las burbujas de la bebida representan la efervescencia de la vida y que, al derramarla en la tierra, se establece una conexión con los espíritus. Aunque antes se usaban solo chicha y licores tradicionales, la Coca-Cola ha ganado espacio en estos rituales, especialmente en contextos urbanos. Por ejemplo, en agosto de 2024, el Banco FIE inauguró su nuevo edificio en Cochabamba y un yatiri se encargó de ch’allar el lugar y usó Coca Cola para el ritual.
Perú: una ofrenda moderna en rituales ancestrales
En la región andina de Perú, las ceremonias de agradecimiento a los Apus (espíritus de las montañas) y a la Pachamama han evolucionado con el tiempo. Al igual que en Bolivia, las burbujas de Coca-Cola simbolizan energía y movimiento, elementos clave en los pagos a la tierra. Además, se cree que el dulce sabor de la bebida agrada a los espíritus y ayuda a pedir protección y buena fortuna. Algunos chamanes han incorporado la gaseosa en sus mesas rituales como una forma de adaptación a la modernidad sin perder la esencia de sus costumbres. Además, la Coca Cola es una bebida infaltable en los rituales de pedida de mano en algunos pueblos.
México: Coca-Cola en los rituales chamánicos y religiosos
En comunidades indígenas de México, como en Chiapas, la Coca-Cola ha encontrado un lugar en rituales chamánicos y hasta en ceremonias religiosas. En San Juan Chamula, un pueblo habitado por la etnia tzotzil, la gaseosa es utilizada en rituales de sanación. Se cree que, al beberla y eructar, se liberan energías negativas y males espirituales. La Coca-Cola ha reemplazado en muchos casos a bebidas tradicionales como el posh (un licor de maíz) en las ofrendas y ceremonias dentro de las iglesias chamulas, donde las prácticas católicas se mezclan con creencias indígenas.
¿Capitalismo espiritual?
La presencia de Coca-Cola en estos rituales no deja de ser una paradoja. ¿Cómo un símbolo del consumismo global se convirtió en parte de las tradiciones indígenas? La respuesta es la adaptación. Las comunidades han integrado la gaseosa en sus ceremonias porque está fácilmente disponible, es accesible y ha sido resignificada dentro de su cosmovisión. No es tanto una cuestión de consumo, sino de apropiación cultural: la Coca-Cola se transforma en una herramienta para comunicarse con lo sagrado.
El uso de Coca-Cola en los rituales indígenas es una prueba de que las culturas no son estáticas, sino dinámicas. La modernidad y la tradición no tienen que estar en conflicto; pueden mezclarse y coexistir de formas inesperadas. Así que la próxima vez que abras una botella de Coca-Cola, piensa que, en algún rincón de los Andes o de Chiapas, alguien podría estar utilizándola no solo para calmar la sed, sino para conectar con sus ancestros y el mundo espiritual.
(Con datos de la Red)