Sandra Arias Lazcano | Activo$ Bolivia
Hubo un tiempo en que las flores bolivianas prometían florecer en el mercado internacional. Las exportaciones de flores de Bolivia llegaron a su máximo en 2011, cuando se lograron ventas por $us 54.374.
Pero pocos años después el negocio fue cayendo. Así, entre 2014 y 2017, las exportaciones sumaron 17 mil dólares y, como un ramo olvidado en el florero, las cifras empezaron a marchitarse, según lo muestran los datos oficiales procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
Desde 2018, las ventas cayeron a cero. Fue recién en 2021 que se registraron tímidos brotes de recuperación por un valor de 796 dólares. Las ventas externas volvieron a cero los dos años siguientes y, en 2024, hubo un nuevo rebrote por un valor de 250 dólares. Imperceptibles coletazos de un negocio casi muerto.
Mientras tanto, las importaciones de flores pintaron otro panorama. En 2017, Bolivia compró flores por más de 46 mil dólares, y aunque en 2024 ese número bajó a 4 mil dólares, el país sigue dependiendo de proveedores externos, especialmente de Ecuador (75%) y Colombia (14%).
¿Y qué tipo de flores vendía Bolivia entre 2014 y 2024? Principalmente rosas, claveles y crisantemos (88% del total exportado) con Paraguay como su comprador estrella (79% de participación). Pero el volumen exportado era bajo: 7.338 kg en una década, mientras que en importaciones el volumen fue casi cuatro veces mayor.
De hecho, las rosas importadas alcanzaron un valor de 110 mil dólares, más de seis veces lo que Bolivia logró exportar en total durante ese mismo período. Entre lo más comprado también están los capullos secos, gerberas y flores frescas, lo que evidencia una fuerte demanda interna que no se cubre con producción nacional.
Todo esto deja una pregunta al aire: ¿qué necesita Bolivia para volver a florecer en este negocio? La respuesta podría estar en las razones por las que dejó de exportar: falta de un transporte efectivo, excesiva burocracia, falta de mercados sin aranceles y los efectos del cambio climático.
Tal vez sea momento de sembrar nuevas estrategias, invertir en tecnología o “regar” mejor el sector con nuevas medidas de impulso.