
Edwin Carpio San Miguel | Activo$ Bolivia
El transporte internacional boliviano enfrenta una nueva crisis, esta vez en las rutas hacia el Perú. Según denunció Alfredo Saca, presidente de la Cámara Departamental de Transporte Pesado de Cochabamba, las autoridades peruanas están sancionando a los camioneros bolivianos por supuesta contaminación ambiental, a raíz del uso de combustible de mala calidad que el propio Estado boliviano importa en medio de la escasez.
Las multas impuestas en territorio peruano alcanzan entre 5.000 y 7.000 dólares por vehículo, generando millonarias pérdidas a los transportistas. “El Estado compra combustible en el Perú y nos lo entrega de mala calidad. Luego, cuando cruzamos la frontera, los fiscalizadores peruanos detectan las impurezas y nos multan. Es un castigo doble para el transportista”, denunció Saca.
Abandono de rutas
La situación ha llevado a que muchos camioneros abandonen las rutas internacionales por el Perú por el alto riesgo económico. De las 20.000 unidades de transporte internacional, unas 5.000 a 6.000 operan regularmente hacia ese país y son las más afectadas por la política de control ambiental y la falta de respaldo institucional.
Los transportistas también cuestionan los mecanismos de fiscalización del vecino país, que permite a los inspectores medir el volumen de combustible y aplicar sanciones discrecionales. “Te detienen en cualquier punto, miden el tanque y deciden hacerlo ponen multa. Es un sistema arbitrario que nos deja indefensos”, reclamó el dirigente.
Saca responsabilizó directamente al Estado boliviano por la crisis. “Nos están vendiendo combustible en mal estado y no hay autoridad que nos defienda. El gobierno debería garantizar calidad y representación ante los abusos externos, pero estamos solos”, lamentó.
Alerta
El dirigente advirtió que la situación podría extenderse a otros países vecinos si no se corrige la calidad del abastecimiento interno. “En el Perú ya se nota una intención de monopolizar el transporte con la creación de un puerto seco en Desaguadero. Si no reaccionamos, pronto nos cerrarán otras rutas”, alertó.
Mientras tanto, la escasez de diésel y gasolina continúa agravando el panorama. En varios surtidores del país apenas llegan entre 4.000 y 6.000 litros diarios, y algunos no reciben nada. “Los choferes duermen en sus camiones esperando cargar. La paciencia se agota y ya se preparan para salir a las calles”, anticipó el dirigente.
El sector exige al gobierno autorizar la importación privada de combustibles, como salida inmediata a la crisis. “No pedimos subsidios ni favores, solo combustible de calidad que no nos arruine ni nos exponga a sanciones internacionales”, dijo Saca.