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viernes, diciembre 12, 2025
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Un jabón ecológico hecho en Tarija pasó de ser rechazado a ser orgullo local

Redacción | Activo$ Bolivia

En plena pandemia, cuando el mundo estaba en pausa, los esposos Ana María Aguilera y Edwin Quecaña estaban empezando una aventura dentro de su casa. Dos ingenieros químicos, recién estrenados como papás, con las cuentas apretando y el miedo rondando por la enfermedad. Su laboratorio era la cocina, su materia prima el aceite usado que otros desechaban y su meta era simple pero enorme: demostrar que lo que se hace en Tarija sí sirve.

Ana María recuerda cómo, en aquellos primeros domingos de feria, vendía zapatillas usadas y al lado una cajita con unos jabones que casi nadie miraba. Cuando se enteraban que el jabón era tarijeño, lo desdeñaban por ser nacional. Y claro, a ella le dolía; pero con una mezcla de testarudez y determinación, al siguiente domingo volvía a llevar sus jabones a la feria.

Así pasaron tres años en los ellos seguían probando, mezclando, fallando, reformulando y volviendo a intentar hasta dar con el punto exacto. Así nació Río, un jabón en barra que hoy compite de tú a tú con marcas industriales. Pero con una diferencia que lo cambia todo y es que cada pieza de 200 gramos proviene del reciclaje de aceite que, de no haberse recuperado, habría contaminado hasta 10.000 litros de agua. No es solo jabón, es impacto puro.

Ahora procesan entre 800 y 1.500 litros de aceite cada mes, recolectados de restaurantes, snacks y puestos de comida rápida. Además, recuperan más de mil kilos de grasa animal de carnicerías del Mercado Campesino y Bolívar. Todo lo transforman a través de saponificación en frío, un proceso artesanal que conserva propiedades, evita altas temperaturas y trata al medio ambiente con respeto.

El camino, por supuesto, no ha sido fácil. Edwin debe trabajar siete días en Oruro y descansa siete en Tarija; y esos siete se los dedica completos a producir. Ana María coordina la recolección, cuida a sus hijos y resiste ante una burocracia que parece diseñada para desanimar a cualquiera con permisos para manejo de sustancias controladas, licencias, impuestos, permisos y trámites para los que debe ir hasta La Paz.

Aun así, siguieron adelante. En 2024 fueron uno de los emprendimientos ganadores de la Incubadora de Empresas, recibiendo un impulso de 21.000 bolivianos que invirtieron en el proyecto. Hoy producen unas 100 cajas mensuales —5.000 jabones— y distribuyen en mercados, tiendas y supermercados de Tarija, La Mamora y Padcaya.

Río es algo más que un emprendimiento. Es decirle sí al reciclaje, sí al cuidado del río Guadalquivir, sí al talento tarijeño que no necesita pedir permiso para brillar. “No es solo un jabón que limpia, contribuye a un futuro más sostenible”, dice Ana María, convencida de que cada compra es un voto de confianza a una Tarija que quiere ser más limpia en sus plazas, pero también en su conciencia ambiental.

Lo que empezó en una cocina familiar, ahora se fortalece en una pequeña planta en el barrio 3 de Mayo de Tarija y el jabón Río avanza con la fuerza del río que quiere proteger.

(Fuente: El País de Tarija)

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