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miércoles, agosto 20, 2025
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Por qué cerrar la aduana no sirve cuando el principal actor es el tipo de cambio

Redacción | Activo$ Bolivia

En las redes sociales, el economista Gonzalo Chávez lanzó una reflexión que, entre humor y metáforas futboleras, pone en la mesa un tema clave: ¿de verdad cerrar la aduana soluciona algo?

Algunos libertarios, como Jaime Dunn, sueñan con ponerle dinamita a las oficinas aduaneras para que entren productos sin trabas. Suena atractivo pensar en menos coimas, menos burocracia y más ropa barata en el mercado. Pero, como dice Chávez, en economía la aduana es apenas un decorado. El actor principal es el tipo de cambio.

El portero vs. el marcador

Chávez explica que cerrar la aduana es como culpar al arquero de que tu equipo perdió 5-0. El portero puede haber fallado, sí, pero el marcador refleja todo el partido. En términos económicos, la aduana puede encarecer o abaratar productos específicos, mientras que el tipo de cambio mueve los precios de toda la economía.

  • Si la moneda se aprecia demasiado: exportar se vuelve caro, importar barato y los productores locales quedan arruinados.
  • Si se deprecia de golpe: los exportadores celebran, pero los consumidores enfrentan inflación y salarios que se achican.

En pocas palabras, la aduana es micro; el tipo de cambio es macro.

La magia y el peligro del dólar

Cuando la moneda local se fortalece, viajar y comprar afuera es un regalo; pero los exportadores se vuelven poco competitivos. Cuando se debilita, los exportadores ganan más pero el celular, la tele y hasta el pasaje a Miami se disparan de precio.

En regímenes fijos, el tipo de cambio da estabilidad y calma la inflación, aunque sea una ilusión pasajera. En regímenes flexibles, es el amortiguador que absorbe golpes externos. Y si la balanza de pagos sigue en déficit, tarde o temprano la devaluación toca la puerta.

Aduana: condimento, no plato principal

La aduana sirve, dice Chávez, porque protege sectores estratégicos, recauda impuestos, ordena flujos. Pero también distorsiona precios, alimenta la corrupción y tiene un alcance limitado. El tipo de cambio, en cambio, es bisturí macroeconómico porque define inflación, competitividad y expectativas.

La conclusión de Chávez es clara: dinamitar la aduana puede sonar divertido en campaña, pero sin una política cambiaria seria, es como ponerle sombrilla a un barco que se hunde. La brújula de una economía abierta no está en el sello del funcionario, sino en el número que marca el tipo de cambio.

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