Redacción | Activo$ Bolivia
¿Te imaginas una lechuga fresca, recién cortada a 4.000 metros de altura? Suena loco, pero está pasando en el altiplano boliviano. En la comunidad de Queaqueani, dentro del distrito minero Bolívar, ya se están cosechando lechuga, apio, acelga, perejil, brócoli, coliflor e incluso frutillas en pleno altiplano, gracias a un proyecto impulsado por el Grupo Minero Sinchi Wayra.
La iniciativa es mucho más que un invernadero, es una muestra de que se puede diversificar la economía de las comunidades mineras sin dejar el territorio ni los sueños. La tecnología utilizada es de hidroponía seca con riego automatizado, desarrollada en alianza con la empresa Orkidea Andina. En menos de dos meses desde su implementación, los resultados ya hablan por sí solos con producción eficiente, ahorro de agua y alimentos sanos creciendo donde antes nadie se lo imaginaba.
Además de funcionar como espacio de cultivo, el invernadero se ha convertido en un centro de capacitación práctica para los comunarios, quienes ahora están aprendiendo a manejar este sistema agrícola y, por si fuera poco, están dando sus primeros pasos para formar Empresas Familiares Campesinas.
Para Bernardo Saba, encargado de Proyectos de Sustentabilidad de la Sociedad Illapa (parte de Sinchi Wayra), esto es solo el inicio. “La hidroponía está demostrando ser una alternativa concreta y efectiva para mejorar la seguridad alimentaria en regiones tradicionalmente dedicadas a la actividad minera”, explicó. Y Guillermo Pou Mont, de Orkidea Andina, va aún más allá: “Este es solo el inicio de un proceso que puede convertir a nuestras comunidades en productoras de alimentos sanos y de calidad, aprovechando los recursos de manera sostenible”.
Así, entre el metal y la tierra, están floreciendo hojas verdes que podrían cambiar no solo los platos de la comunidad, sino también su economía y su futuro.