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Edwin Carpio San Miguel | Activo$ Bolivia

El libro “Sucre, Ciudad del Chocolate”, de Gastón Solares Ávila, cuenta por qué la ciudad ostenta ese título y la historia permite afirmar que la Cuna de la Libertad es también la cuna del chocolate y que no hay chocolatería chuquisaqueña que no tenga en su historia a una mujer como su impulsora.

Las manos de Candelaria Argandoña de Rodríguez (Chocolates Hermanos Rodríguez), Eulalia Reynolds de Urioste y María Angela Urioste (Chocolates La Veloz), Angélica Morales de Martinic (Chocolates Martinic), Justa Moscoso Vda. de Taboada (Chocolates Taboada) y Mónica Solares (Chocolates Para ti) son las que desde hace más de un siglo han ido construyendo la fama de la Ciudad del Chocolate.

Esta historia se remonta a la época de la colonia, dato que Solares atribuye a Roberto Querejazu Calvo, benemérito de la Guerra del Chaco y destacado historiador boliviano.

El proceso que se sigue para la elaboración del chocolate exhibido en el Museo del Chocolate «Para Ti», en Sucre.

Una viuda con agallas

En la década de 1890, Candelaria Argandoña de Rodríguez fundó “Chocolates Rodríguez Hnos.”. Había enviudado muy joven y quedó a cargo de grandes fincas, negocios y acciones en varias minas.

Viajaba a Europa por negocios y de sus visitas a Francia surgió la idea de fabricar chocolates en su tierra. Compró en ese país las máquinas para su fábrica y hacía barras de chocolate que vendía en los centros mineros, ayudada por su habilidad para negociar y por su amistad con el “barón del estaño”, Simón I. Patiño.

La fábrica operó hasta 1950, cuando llegó la Reforma Agraria. A la muerte de Candelaria, su hijo Luis Rodríguez Argandoña se hizo cargo de la fábrica hasta que, debido a su avanzada edad, la vendió a la familia Urioste.

Una tragedia en “La Veloz”

La familia Urioste creó chocolates “La Veloz”, pionera en producir bombones.El fundador fue José Urioste, pero Solares no descarta que fuera su madre, Eulalia Reynolds, quien hubiera puesto la piedra fundamental.

En sus inicios, la planta funcionaba gracias los pongos llevados de Maragua y Ruphu Ruphu. Posteriormente, se utilizó un motor eléctrico para fabricar los bombones y chocolates en barra que se vendían en Sucre, Potosí, Cochabamba y el Norte de Chile.

La Casa de la Libertad hecha de chocolate en el Museo del Chocolate “Para Ti”.

Urioste planeaba dejar la fábrica a su hijo José Luis, pero éste falleció a sus 21 años y el hecho dejó al padre deprimido y apuró su muerte.

El patriarca administró la empresa desde 1925 hasta 1941. Fue su hija María Ángela Urioste, junto a su esposo Carlos Seoane, quienes se hicieron cargo desde 1948 hasta 1955 y la trasladaron a La Paz, donde finalmente la vendieron.

Martinic y sus nuevos productos

“Chocolates Martinic” fue fundada entre 1932 y 1934 por Rodolfo Martinic, un empresario que vivía en Chile y llegó a Bolivia en busca de negocios.

Solares recoge el testimonio de sus hijas, Dora y Teresa, quienes cuentan que padecía una enfermedad degenerativa y optó por vender la fábrica a la familia Taboada, en 1957.

Trufas, uno de los productos de Chocolates Taboada.

El aporte de la esposa, Angélica Morales, fue valioso, aseguran las hijas, pues introdujo nuevas fórmulas, como los marshmallows y pastillas de goma, y diversificó con productos como las yemitas (bolitas bañadas en chocolate).

Taboada pasa a manos de las nietas

En 1948, Jorge Taboada Moscoso, sus tres hermanos y su madre establecieron “Chocolates Taboada”.  La fábrica comenzó a operar con éxito y ganando premios.

Posteriormente, los hermanos Gastón y Carlos dejaron la empresa y, en 1997, el hermano mayor, José, vendió sus acciones (50%). Fue el hijo de don Jorge, Carlos Taboada Bejarano, quien las compró y se convirtió en el gerente general hasta la fecha.

Carlos Taboada cuenta que su abuela, Justa Moscoso Daza, fue la pieza fundamental y fue en su casa donde comenzó a funcionar la fábrica. “La abuela supervisaba y dirigía todo pues mi padre trabajaba en el banco”, recuerda.

Ahora, gradualmente, él deja el mando de la empresa a sus hijas, Karla Taboada de Kawano, subgerente de la chocolatería, y Sonia que también trabaja en la empresa.

Chocolates Taboada cumplió 75 años en enero pasado y es la más antigua del ramo en Sucre.

Briancon, los chocolates del francés

“Chocolates Briancon” fue creada en 1912 por el Cnl. Casimiro Briancon, un militar francés que llegó a Bolivia y provenía de familia chocolatera.

Briancon se casó con María Diez de Medina y se estableció en Sucre, donde comenzó a producir chocolates tradicionales para taza o bollos.

Entre 1950 a 1986, su hija Angélica Briancon de Téllez fue la encargada de elaborar bombones con crema al estilo francés y adoptó el nombre de Telle-Brian.

Posteriormente, compartió sus conocimientos con su sobrina, Gloria Borja Briancon, quien industrializó el chocolate y retomó su nombre original.

Luego de un periodo sin operar, en 2004 se reactivó la empresa y cuando cumplió el centenario de su fundación fue condecorada por la Alcaldía de Sucre con la orden de Juana Azurduy de Padilla. A la fecha, ya no opera.

Chocolates Taboada, una de las marcas chuquisaqueñas más antiguas del rubro.

Para Ti surgió de una empresa quebrada

El 27 de mayo de 1990, una nueva chocolatería colgaba su letrero. Gastón Solares y su socio y amigo Jaime Urriolagoitia fundaron SOLUR SRL., razón social de la marca “Chocolates Para Ti”.

Fue todo un reto para Solares, quien luego de 20 años de trabajar en la Sociedad Industrial del Sur (SIDS) se quedó sin empleo.

Como economista, se le ocurrió reactivar una empresa quebrada y tomó contacto con “Chocolates Briancon” a través de Gloria Borja B, con quien también se asoció.

Todo esto fue posible gracias a la ayuda de muchas personas; sin embargo, su hija Mónica Solares merece una mención especial.

“Apoyé a mi padre trabajando desde mis 22 años, cuando levantó de la nada esta industria en un rubro desconocido. Él tenía la visión y trabajamos mucho y contra todo para ganar un sitial importante”, afirma Mónica.

Chocolate con alma de mujer

Hoy, Mónica Solares mueve los engranajes de la empresa junto a 140 trabajadores de los que el 80% son mujeres. Algo similar ocurre en “Chocolates Taboada”, donde las mujeres son el 95% de la fuerza laboral.

Más de 130 años de edad tiene el chocolate chuquisaqueño y sus fabricantes han convertido al cacao amazónico en un producto emblemático de su región gracias al ímpetu y fortaleza que varias mujeres pusieron en las chocolaterías a lo largo de muchas décadas.