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lunes, noviembre 17, 2025
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Subsidios inteligentes: cómo desmontar la subvención sin incendiar el país

Bolivia está ante la encrucijada de definir un sistema de precios diferenciados para los combustibles.

Redacción | Activo$ Bolivia

Hablar de eliminar o ajustar subsidios en Bolivia siempre atiza el fuego. Pero, ¿y si existiera una forma de desmontarlos sin morir en el intento? El economista Gonzalo Chavez plantea una salida y es hacerlo combinando Big Data, inteligencia artificial y un poco de sentido común.

La idea es simple, pero poderosa y se basa en dejar de darle el mismo subsidio al que maneja un Mercedes que al radiotaxi o al minibús de barrio. ¿Cómo se logra esto? Con un sistema de precios diferenciados, apoyado en la información del sistema B-SISA, que ya identifica quién carga combustible, qué vehículo maneja, su antigüedad y cuánto consume por semana o por mes.

La premisa es que no todos los vehículos necesitan subsidio.

Con los datos disponibles, se puede clasificar a los autos por gama, cilindrada, antigüedad, uso y volumen de consumo. Esto permite segmentar:

  • Alta gama o camionetas modernas: pagan el precio real. Quien tenga un vehículo de alta cilindrada importado después de 2010 puede pagar el precio comercial real.
  • Transporte público o autos de baja gama: pueden recibir subsidio, pero con cuotas mensuales personalizadas, basadas en su consumo real histórico.

Este sistema desincentiva la idea de “cargar como si fuera gratis”. Porque claro, en Bolivia la gasolina es casi regalada gracias a un subsidio tan fuerte como insostenible. Eso abre la puerta al contrabando, al desorden y a la pérdida fiscal.

¿Y el diésel?

El caso del diésel es un poco más delicado, pero igual se puede ordenar clasificando a los consumidores de la siguiente forma:

  • Separando transporte liviano de pesado.
  • Diferenciando a pequeños productores de grandes agroindustriales.
  • Subsidiando a quien realmente lo necesita y reduciendo la ayuda a los que sí pueden pagar.

Chávez dice que este enfoque no es un “invento boliviano” ni una genialidad aislada, sino que es algo que ya funciona en otros países. Pone como ejemplo que Indonesia quitó la subvención a los autos de lujo; Irán usa tarjetas inteligentes con cuotas mensuales; India cruzó bases de datos y expulsó a los hogares ricos del subsidio y Marruecos ajustó precios según cilindrada y tipo de vehículo.

La novedad no está en la idea, apunta, sino en aplicarla directamente en la gasolinera.

Todo automático con software

La propuesta de Chávez apunta a simplificar la otorgación de subsidios de la siguiente forma:

El usuario llega al surtidor, ingresa su placa y el sistema del B-SISA lo identifica. Revisa su historial y le asigna uno de dos caminos:

  • Auto de gama baja o transporte: “Tiene subvención para 30 o 40 litros, según su consumo histórico”.
  • Auto de alta gama: “Le toca pagar precio de mercado”.

Sin peleas, sin burócratas nuevos, sin inspectores. Solo software, validación y transparencia. Admite que el sistema puede no ser perfecto; pero es mejor que la actual incertidumbre sobre cómo aplicar el retiro de subsidios.

Añade que las políticas públicas nunca son infalibles, pero este es un punto medio inteligente porque no aplica subsidio universal ciego (que es regresivo y fiscalmente suicida) ni eliminación abrupta que puede desatar protestas y caos.

Este sistema ofrece orden, segmentación, racionalidad y tecnología que ya existe y que Bolivia puede adaptar. Es una salida gradual y lógica a un problema que hace años se volvió insostenible, dice Chávez.

Destaca la importancia y utilidad de usar Big Data porque el algoritmo “ve” cada vehículo, su consumo y le asigna lo justo porque quien tiene un auto de lujo paga lo que corresponde y quien tiene una “petita” (por la que trabajó toda su vida) recibe su cuota subsidiada sin dramas.

El economista destaca también que, con esta propuesta, desaparece el incentivo a la reventa (“compro barato, vendo caro”) porque el sistema reconoce si alguien ya usó su cuota. Si se pasa, paga precio de mercado. Sin truco, sin trampa.

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