Edwin Carpio San Miguel | Activo$ Bolivia

Aportar para proteger el planeta es la misión que se impuso “Moda Ecológica Bolivia”, una empresa liderada por una administradora de empresas que empezó con un emprendimiento pequeño y hoy genera ingresos para personas con discapacidad, para reos y para comunidades de la Chiquitanía.

La gerente propietaria de la empresa, María Rocío Alvarado Vargas, comentó que fundó su negocio en diciembre de 2010 y ya lleva más de una década desarrollando varias actividades productivas con enfoque social y ecológico.

«Moda Ecológica Boliviana» produce una línea de moda urbana llamada «Tribu», destinada a los jóvenes.

En sus inicios, María Rocío confeccionaba predas de vestir y accesorios con tejidos naturales como yute, tocuyo y bayeta de la tierra dando, este fue el origen de su línea urbana étnica denominada “Misti” (mestizo, en quechua).

Posteriormente, creó “Tribu”, otra línea de ropa urbana para jóvenes para la que utiliza algodón 100% orgánico que compra de Perú.

Labor social

La diseñadora de moda emprendió un largo camino desarrollando varias líneas de producción: uniformes y ropa de trabajo para empresas; prendas de vestir y accesorios para la familia; y detergentes ecológicos. Sin embargo, también realiza actividades de carácter social con reos a quienes capacita para producir enseres para el hogar con material reciclado. También capacita a personas con discapacidad para que elaboren accesorios que luego se añaden a las prendas de vestir que diseña, las que se exhiben en las colecciones que lanza periódicamente a través de su línea de moda “Tribu”.

Taller de capacitación a reos.

En promedio, trabaja con unas 15 personas con discapacidad dos veces al año. Durante su mejor año, que fue en 2019, llegó a dar trabajo a casi 50 reos de la cárcel de Patacamaya y 25 del penal de San Pedro. Actualmente, se dispone a reactivar sus actividades con los reclusos luego de un receso forzoso ocasionado por problemas de salud.

Innovadora

María Rocío afirma tener un fuerte sentido ecologista, esa inquietud le llevó a descubrir que en la Chiquitanía existe un árbol cuyos frutos son morfológicamente parecidos al ciruelo y que los comunarios solo aprovechan su pepa para elaborar artesanías. La pulpa sirve como detergente.

Tras contactarse con una ONG que trabaja con comunidades chiquitanas, logró obtener la pulpa del fruto conocido en esos lares como isobuto. Ahora, aproximadamente 40 familias indígenas generan ingresos propios proveyéndole el fruto, que luego envasa para su comercialización bajo el nombre de “Bio Limp”.

La empresaria María Rocío Alvarado Vargas.