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jueves, octubre 9, 2025
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Nueva era política, vieja crisis económica: el desafío del 8 de noviembre

Foto: ANF

Redacción | Activo$ Bolivia

Falta apenas un mes para que Bolivia viva un cambio histórico: el 8 de noviembre no solo habrá un nuevo presidente, sino que también se producirá una transición de casi 20 años de modelo socialista a uno que quiere mostrarse como renovador, conciliador y reconstructor. Suena emocionante, pero la realidad económica que recibirán es un verdadero dolor de cabeza.

El economista Fernando Romero hace un breve análisis y afirma que el país llega al cambio de gobierno con cifras preocupantes: un crecimiento económico flojísimo en 2024 del 0,73%, mientras organismos internacionales proyectan que 2025 será apenas mejor, entre 1,1% y 1,5%, e incluso el Banco Mundial habla de recesión de tres años. El Producto Interno Bruto (PIB) nominal de Bolivia fue de 46.967 millones de dólares en 2024, pero la economía sigue siendo muy dependiente de los productos primarios y con poca diversificación.

El déficit fiscal es otro dolor de cabeza desde hace 11 años consecutivos, con el último gobierno gastando casi 5.000 millones de dólares de más y la deuda pública ronda el 90% del PIB, según los cálculos de Romero. La deuda interna crece y el Banco Central ha tenido que emitir 95 mil millones de bolivianos para mantener el gasto, mientras la deuda externa supera los 13.700 millones de dólares.

La inflación sigue golpeando fuerte. En 2024 fue del 9,97%, y para 2025 ya va acumulada en 18,33%, lo que ha reducido el poder adquisitivo de la gente casi a la mitad en un año. Las reservas internacionales están casi congeladas en divisas, solo 103 millones de dólares, suficientes para importar diésel y gasolina por 20 días. Casi nada.

El empleo refleja otra preocupación. Oficialmente, la desocupación urbana es baja, 3,1%, pero la informalidad laboral llega a 80%, y muchos trabajan en condiciones precarias y con bajos ingresos. La pobreza, según el Censo 2024, afecta al 40% de la población, y la inflación solo empeora la situación.

El comercio exterior está en negativo. El 2024 cerró con -845 millones de dólares y la inversión extranjera directa es mínima, apenas 247 millones de dólares, lo que nos coloca como la segunda economía más riesgosa de la región para invertir, después de Venezuela. Y no hablemos de hidrocarburos, con una caída en producción y exportaciones de 46% y 73% respectivamente entre 2014 y 2024.

Romero dice que el nuevo gobierno enfrentará un “dragón” de tres cabezas: dólares, inflación y carburantes, todo al mismo tiempo. La clave será actuar rápido, controlar el gasto público, estabilizar las finanzas y garantizar gobernabilidad para poder evitar un impacto social fuerte. Agrega que, si lo logra, podría ser un hito comparable a los esfuerzos de estabilización de los años 80.

Bolivia está al borde de un cambio histórico, pero también sobre un terreno económico frágil. La pregunta que todos nos hacemos: ¿podrá el nuevo gobierno domar a los tres dragones y sacar al país de la crisis sin quemar a su gente?

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