
Sandra Arias Lazcano | Activo$ Bolivia
Corría el año 2008 cuando una enorme pantalla digital se encendió en el puente de La Recoleta, en Cochabamba, marcando el inicio de una revolución en la publicidad exterior. Aquella estructura disruptiva era la carta de presentación de Calles Amarillas, una empresa que nació con la visión de modernizar la comunicación visual en Bolivia. Hoy, tras 17 años de trayectoria, su historia es un testimonio de innovación, adaptación y compromiso con el medioambiente.
Cecilia Rivera, fundadora y hoy gerente general de Calles Amarillas, recuerda los primeros días con emoción: «Fue toda una aventura traer esa primera pantalla digital. Queríamos darle a Cochabamba un aire moderno y alinearnos con la tendencia global de la publicidad digital». Sin embargo, la competencia y las dificultades operativas hicieron que, cuatro años después, la pantalla fuera retirada, dando paso a un nuevo capítulo en la empresa.
Transformación y expansión
En 2012, Calles Amarillas se reinventó. «Ese año fue una nueva vida para la empresa», recuerda Rivera. Apostaron por la diversificación con estructuras innovadoras: vallas publicitarias en formatos poco convencionales, como medias lunas y murales. Además, se convirtieron en pioneros en digitalización, lanzando la primera página web del sector para facilitar la búsqueda de espacios publicitarios.
Con el tiempo, la empresa amplió su presencia en La Paz y Santa Cruz a través de alianzas estratégicas. «Nos volvimos una central de medios, gestionando campañas a nivel nacional e internacional sin necesidad de tener oficinas físicas en cada ciudad», explica Rivera. Esto les permitió generar empleos, atraer inversión publicitaria internacional y fortalecer su posición en el mercado.

Tecnología y métricas
En su búsqueda constante de innovación, Calles Amarillas implementó un sistema de medición de impactos, una herramienta similar al rating de la televisión, pero aplicada a la vía pública. «Este sistema monitorea el tráfico vehicular y peatonal con cámaras conectadas a un software que genera datos en tiempo real», detalla Rivera. Gracias a esta tecnología, los clientes pueden evaluar con precisión el alcance de sus campañas y optimizar su inversión.
«Yo fui lona», un firme compromiso
Más allá de la publicidad, Calles Amarillas ha asumido un fuerte compromiso con el medioambiente. «Producimos toneladas de lonas publicitarias al año, y no queríamos que terminaran en la basura», señala Cecilia Rivera. Así nació “Yo Fui Lona”, un proyecto de reutilización que transforma lonas en productos útiles como bolsas y accesorios.
El impacto social de esta iniciativa es significativo: brinda empleo a mujeres en situación de vulnerabilidad, quienes reciben capacitación y una fuente de ingresos a través de la confección de estos productos. «Mi sueño es tener un taller equipado con una guardería para que las mujeres puedan trabajar con tranquilidad. Pero aún falta financiamiento para hacer realidad este proyecto a gran escala», confiesa Rivera.

Calles Amarillas no se detiene
Como miembro activo de la Asociación Latinoamericana Out of Home, ALOOH, Rivera participa en comisiones de regulación y sustentabilidad, llevando la voz de Bolivia a escenarios internacionales. Además, la empresa continúa explorando nuevas formas de integración tecnológica y alianzas estratégicas para seguir marcando la pauta en la publicidad exterior.