No todo lo que exporta Bolivia cabe en los titulares de siempre como soya, carne o quinua. Esta vez, la estrella es un insumo tan curioso como valioso: el pelo fino de conejo y liebre. Sí, ese mismo que, lejos de quedarse en granjas y campos, termina en los talleres más exclusivos de China y España para transformarse en prendas y sombreros que cuestan una fortuna.
En 2024, Bolivia envió 2,6 toneladas de este material premium por un valor que superó los 160 mil dólares. China se quedó con el 51% y España con el 49%. Y si de orgullo regional hablamos, Chuquisaca y Santa Cruz fueron los protagonistas, aportando exactamente en la misma proporción que los compradores internacionales.
¿Por qué es tan codiciado? La respuesta está en su suavidad y calidad, perfectas para la industria textil y sombrerera de alta gama. Para un sombrero de fieltro fino, por ejemplo, no hay sustituto que iguale su resistencia y acabado.
El reto ahora no es solo mantener las ventas, sino asegurar trazabilidad, calidad constante y una oferta exportable estable. En un mundo donde el lujo asiático y la tradición artesanal europea siempre buscan lo mejor, Bolivia tiene en sus manos una oportunidad de oro, aunque en este caso, sea más bien de terciopelo.
Los hogares están fatigados emocional y financieramente.
Redacción | Activo$ Bolivia
Tu detergente favorito cuesta más o ese cine que visitabas religiosamente cada semana ahora tiene descuentos «secretos» para llenarse. Es la realidad incómoda que vivimos desde hace un buen tiempo y estas molestas situaciones del día a día generan lo que los expertos llaman malestar social y está influyendo en cada una de tus decisiones de compra.
Según un estudio de la consultora Captura Consulting sobre el impacto del malestar social, difundido hace un par de semanas en Santa Cruz, el descontento de la gente, provocado por la inestabilidad económica (subida de precios, escasez de combustible, etc.), ha alcanzado un punto crítico. En una escala donde el extremo del malestar está en 75 puntos, Bolivia se encuentra en 59, cumpliendo 14 de 15 requisitos para un «estallido social».
Y, aunque no lo parezca, este índice tiene mucho que ver con las marcas y el consumo porque ahora los hogares están en «modo eficiencia».
El estudio revela un panorama preocupante. El poder adquisitivo está en picada y el 85% de las personas sienten que es «mucho peor» que el año pasado. El 82% dice que gasta más, pero tiene menos dinero, un claro efecto de la inflación. Y el 94% de los hogares ha tenido que recortar gastos, especialmente en cosas como salir a comer, entretenimiento, ropa y tecnología.
Ese es el famoso «modo eficiencia», donde la gente busca reducir gastos en un área para poder destinarlos a otra. Esto explica por qué los cines ofrecen descuentos y por qué el sector gastronómico sufre porque, ahora, salir de casa es un lujo que muchos ya no se pueden permitir.
Ya no basta la buena reputación
El consumidor de hoy está más infiel que nunca. El 50% de las personas ya prefiere marcas económicas que, aunque sean desconocidas, cumplen con su función. Por otro lado, un 80% busca ofertas y descuentos «siempre o casi siempre» antes de comprar, y el 75% está dispuesto a probar una marca nueva si es más barata y funciona igual de bien.
Esto pone a las marcas tradicionales en una encrucijada. Entrevistado por el periodista Marcelo Vera, el experto Sebastián Godoy, gerente de proyectos de Captura Consulting, dice que ahora las marcas están “bajo presión» porque la reputación que construyeron por años ya no es suficiente. El consumidor ha vuelto al «punto de decisión», ese momento en el que evalúa si vale la pena seguir comprando una marca cara o si es mejor optar por una alternativa más económica.
Lo que hacen las marcas
Explica que la respuesta de las empresas ha sido variada. Por ejemplo, el 80% de los gerentes de marketing y ventas están creando o planeando lanzar productos más baratos para responder a la caída del poder adquisitivo; han reducido sus portafolios, eliminando productos que no son tan rentables para enfocarse en los más vendidos y el 45% ha adaptado su mensaje para conectar de una forma más real y cercana con un público que se siente cansado y presionado.
El desafío de la empatía
Un dato clave del estudio es que solo el 10% de los consumidores siente que las marcas se están adaptando a su situación actual. Las empresas están perdiendo el pulso de lo que sucede en los hogares.
El malestar social ya no es un simple rumor; es el clima dominante. Los hogares están fatigados emocional y financieramente. Las marcas que sigan vendiendo una «vida mágica y bucólica» cuando la realidad es dura, están desconectadas. Las que logren ser empáticas, pertinentes y responsables en sus mensajes son las que, sin duda, sobrevivirán y conectarán de verdad con su público.
Michelle Noriega, gerente general de Imcruz – Inchcape Bolivia, en la inauguración del showroom, en Santa Cruz.
Redacción | Activo$ Bolivia
Imcruz – Inchcape Bolivia no solo está celebrando 41 años de historia en el país, sino que lo hace a lo grande con una inversión estratégica que transforma por completo su casa central en Santa Cruz de la Sierra. El objetivo es innovar, apostar por la sostenibilidad y brindar una experiencia automotriz de clase mundial.
La remodelación trae consigo un showroom multimarca más moderno y ágil, donde conviven armónicamente marcas como Suzuki, Mazda, Subaru, Renault, Changan y JAC. No faltan los modelos híbridos y eléctricos, reflejando una clara visión de futuro. Cada marca mantiene su esencia, pero el recorrido por las instalaciones ahora es mucho más fluido, cómodo y funcional.
Uno de los puntos más llamativos es el box de entrega de vehículos, un espacio pensado para que recibir un auto sea todo un momento especial. Además, se han optimizado las áreas de exhibición y atención, garantizando un contacto más cercano con asesores especializados.
Michelle Noriega, gerente general de Imcruz – Inchcape Bolivia, resumió así la esencia del proyecto: “La renovación de nuestra casa central marca un paso importante en nuestro camino de mejora continua. Queremos que cada cliente se sienta parte de la compañía y viva una experiencia superior”.
La inauguración reunió a directivos locales y globales, incluyendo a Mike Bowers, CEO Américas de Inchcape, quien destacó que Bolivia es un mercado clave para la compañía y reafirmó el compromiso de impulsar una movilidad innovadora y sostenible en toda la región.
Gabriel Dabdoub, Diego Roca, Mónica Argandoña, Nelson Cabrera y José Carlo García, gerentes de marca Imcruz – Inchcape.
Como broche de oro, los invitados vivieron un viaje inmersivo por Japón, Francia y China, países de origen de las marcas que representa Imcruz en Bolivia. Aromas, imágenes y experiencias interactivas mezclaron tradición y tecnología, reafirmando el espíritu global de la empresa, que es el de conectar a Bolivia con lo mejor de las marcas mundiales de vehículos.
La reconocida chef boliviana Marsia Taha fue parte de esta iniciativa para celebrar a Bolivia a través de la gastronomía.
Redacción | Activo$ Bolivia
Por los 200 años de Bolivia, Banco BISA decidió que la mejor manera de celebrar no era solo con discursos o desfiles, sino con algo que a todos nos une: la comida. Así nació la Ruta de Sabores de Bolivia, un recorrido que no solo atraviesa el mapa, sino también el corazón del país, rindiendo homenaje a recetas tradicionales y dándoles un toque contemporáneo gracias a reconocidos chefs y cocineros populares.
La aventura comenzó en febrero en Oruro, con el inconfundible charquecán de Doña Elza Quisberth, de la legendaria Charquecanería Doña Elena. El chef Diego Rodas lo reinterpretó manteniendo su esencia, pero jugando con nuevas texturas y presentaciones.
En El Alto, la ruta se llenó de comunidad y apthapi con el fiambre alteño, presentado por Tania Zeballos y renovado por Rodas. Después, Tarija abrió las puertas de su calidez con el chancho a la olla, que el chef Pablo Cassab reinventó con técnicas tradicionales e ingredientes locales.
Sucre aportó su mondongo chuquisaqueño, servido en versión clásica y en una propuesta de alta cocina por Juan Pablo Gumiel con espumas de ají, milhojas de papa y patasca hecha puré.
En La Paz, el fricasé unió generaciones gracias a Pascuala Serrano y al chef Mauricio López, que ofrecieron la receta de siempre y una versión moderna, igual de reconfortante.
La versión gourmet de la sopa de maní de Marsia Taha.
Y en agosto, mes del Bicentenario, llegó el gran símbolo de unidad: la sopa de maní, preparada por la chef Marsia Taha con ingredientes de todos los rincones del país. “Es un plato que cambia según la región, pero en todas es un abrazo familiar”, dijo Taha, invitando a descargar la receta y cocinarla en casa.
Franco Urquidi, vicepresidente de Negocios de Banco BISA, explica la iniciativa: “Celebramos lo que nos une: el sabor de nuestra tierra, nuestras tradiciones y nuestra gente”. Todas las recetas, en su versión tradicional y contemporánea, están disponibles online para que, estés donde estés, puedas ser parte de esta deliciosa celebración del Bicentenario.
Mauricio y Ana son socios y tienen su consultorio odontológico en Cochabamba. Él cuenta que cada que llega un paciente y él determina qué tratamiento requiere, necesita hacer cálculos y consultar precios a sus proveedores para darle un presupuesto y es algo que debe hacer cada día porque, con el dólar paralelo fluctuante, los costos pueden variar de pronto.
“Hay tratamientos en los que puedo manejar precios accesibles, pero hay otros que no por los costos de importación y no sé si la gente podrá pagar”, comenta. Como él, miles de profesionales y emprendedores bolivianos empiezan el día haciendo cuentas y ajustando estrategias.
Este 2025, las empresas en Bolivia viven en incertidumbre con costos que suben, ventas que se enfrían y un acceso a financiamiento cada vez más limitado. Sin embargo, también hay quienes encuentran oportunidades: nuevos nichos, digitalización y alianzas estratégicas.
La clave para sobrevivir está en la adaptación. Los expertos recomiendan cuidar el flujo de caja, diversificar ingresos y, sobre todo, invertir en canales digitales para llegar a más clientes sin aumentar drásticamente los costos.
En este contexto, la economía boliviana enfrenta retos de liquidez y competitividad, pero la creatividad empresarial sigue siendo un motor. La historia de Mauricio y Ana se repite a diario porque todos se ven obligados a ajustar, innovar y, pese a todo, seguir apostando por crecer.
En un año marcado por la escasez de dólares y la incertidumbre económica, el sistema financiero boliviano parece caminar en equilibrio sobre una cuerda floja. Los datos oficiales a junio de 2025, procesados por el Observatorio Económico de la ICAM-Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba, muestran un panorama que mezcla estabilidad en algunos indicadores y señales de alerta en otros.
Los depósitos: captaciones suben ligeramente
Las captaciones subieron en 1,3% entre junio de 2024 y junio de 2025. Las cifras interanuales muestran que los depósitos en caja de ahorro crecieron de 67.047 a 72.188 millones de bolivianos. En los depósitos a plazo fijo hubo una reducción de 108.269 a 107.911 millones de bolivianos. Los depósitos a la vista también muestran una ligera baja porque pasaron de 41.331 a 39.451 millones de bolivianos. Los depósitos a la vista son aquellos que las personas y empresas prefieren tener disponibles antes que “congelarlos” en plazos fijos. En un contexto de volatilidad, este comportamiento es casi instintivo porque ¿quién quiere comprometer su liquidez cuando el panorama económico es incierto?
Créditos
En la cartera de créditos, haciendo una comparación interanual entre junio 2024 y junio 2025, el crédito de consumo creció de 21.558 a 21.901 millones de bolivianos. El microcrédito subió ligeramente de 67.981 a 70.526 millones de bolivianos. El crédito Pyme pasó de 23.146 a 24.590 millones de bolivianos.
A junio de 2025, el microcrédito equivale al 31,1% del total de créditos; el crédito de consumo equivale al 9,7% de la torta y el crédito Pyme llega al 10,8%.
Las micro y pequeñas empresas, que representan la mayoría de la base empresarial del país, son las que más sienten el peso de las tasas y las condiciones.
Mora: Bolivia frente a la región
Al 30 de junio de 2025, el índice de mora en Bolivia llegó al 3,2%. En los países vecinos, el índice es del 3,3%. El índice de mora se mantiene relativamente controlado frente a otros países sudamericanos, pero no por ello deja de ser un termómetro sensible. Un repunte en el desempleo o una caída abrupta en las exportaciones podría dispararlo.
¿Qué significa todo esto para ti?
Si eres ahorrista, es probable que sigas apostando por tener tu dinero líquido. Si eres empresario, conseguir financiamiento productivo competitivo puede seguir siendo un reto. Y si eres un observador del panorama macro, estos números son una pista clara de que el sistema financiero está cuidando su equilibrio, pero necesita aire fresco para sostenerlo en el tiempo.
Los bancos no están en crisis, pero tampoco están en un festival de liquidez. Y, como en toda cuerda floja, cualquier viento fuerte podría cambiar el espectáculo.
Este episodio es un recordatorio de que la trazabilidad y el control de calidad importan.
Redacción | Activo$ Bolivia
La palta, ese lujo cremoso que adorna tostadas, ensaladas y reels, enfrenta un problema serio: desde 2024 se detectaron embarques de paltas Hass de Perú con niveles de cadmio por encima de los límites permitidos, lo que provocó rechazos en destinos como la Unión Europea y puso en alerta a países de la región. Lo malo es que el cadmio no se ve ni tiene sabor; lo bueno es que ya hay medidas públicas y privadas para resolver el problema.
¿Qué pasó y cuándo? En la campaña 2024 se identificaron al menos seis embarques de palta Hass peruana rechazados por la UE por exceder el límite máximo de cadmio; tras esos eventos se instaló una mesa técnica en el Ministerio de Agricultura de Perú y actores del sector, como ProHass, impulsaron un mapeo nacional para identificar zonas con suelos o aguas con exceso de cadmio. Además, las alertas relacionadas con paltas han aumentado en 2025 respecto a 2024.
¿Qué es el cadmio y por qué importa? El cadmio es un metal pesado tóxico que se acumula en el organismo y afecta principalmente los riñones y los huesos; la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideran al cadmio y sus compuestos como carcinógenos y relacionan la exposición crónica con daño renal, pérdida de densidad ósea y otros problemas de salud. El riesgo mayor viene por consumo continuo y acumulación, no por comer una vez.
¿Cómo se mide y cuál es el límite? La UE y otros mercados tienen límites máximos para cadmio en alimentos. En las notificaciones internacionales se registraron concentraciones alrededor de 0.05 mg/kg como referencia normativa y hubo detecciones marginalmente por encima de ese límite en lotes que fueron rechazados. Eso es suficiente para que los puertos y supermercados bloqueen los envíos.
Cómo reconocer una palta contaminada
No hay señales visibles. El color, aroma, firmeza o sabor no indican presencia de cadmio. La única forma confiable es un análisis de laboratorio (certificado del lote, número de partida, o pruebas de residuos/metales pesados).
Hay señales indirectas que aumentan el riesgo, como paltas sin trazabilidad, venta informal sin etiqueta de origen, o procedencia de zonas donde hay minería, uso intensivo de fertilizantes o riego con aguas contaminadas. No sirve lavar o pelar para “quitar” cadmio; es un metal que la planta absorbe y distribuye en su tejido.
Qué pueden hacer los consumidores
Hay algunas medidas que se pueden tomar, como comprar paltas con etiqueta de origen y lote; también pedir certificados o información sobre trazabilidad.
Es mejor comprar producto local cuando sea posible.
Evita comprar lotes sin registro o a vendedores informales si sospechas contrabando.
Si eres comerciante o importador, exige análisis de laboratorios acreditados antes de distribuir.
Reporta a autoridades sanitarias locales cualquier sospecha de lotes contaminados (importaciones sin documentación, venta masiva de paltas peruanas sin trazabilidad).
¿Y qué hace perú para resolverlo? Ante los rechazos en 2024, autoridades y gremios peruanos tomaron medidas. El Ministerio de Agricultura (Midagri) instaló una mesa técnica para coordinar acciones y se impulsó el mapeo nacional de zonas productivas para identificar suelos, aguas o prácticas que favorezcan la acumulación de cadmio. ProHass (asociación de productores) anunció programas de muestreo y mitigación para no repetir los rechazos que dañan la imagen exportadora. Estas acciones siguieron los reportes de rechazo y buscan tanto proteger mercados como mejorar prácticas agrícolas.
¿Es un problema solo de Perú? No. La presencia de metales pesados en cultivos puede deberse a factores naturales (suelos ricos en cadmio) o a contaminación por actividades humanas (minería, fertilizantes contaminados, aguas de riego). Por eso la solución requiere ciencia, regulación y cambios en prácticas agrícolas, no solo cierres temporales. La palta sigue siendo un alimento muy apreciado, pero este episodio es un recordatorio de que la trazabilidad y el control de calidad importan. Para consumidores y comerciantes es importante exigir información, priorizar la trazabilidad y que haya controles oficiales. Mientras, los productores y autoridades peruanas deben acelerar el mapeo, el muestreo y la corrección de suelos y aguas de manera urgente si quieren recuperar confianza en los mercados internacionales.
Ya van meses sin que los turistas pueden subir al teleférico que lleva al Cristo de la Concordia y la cosa está intensa. Milton Copa, gerente de la Empresa Municipal de Áreas Verdes y Recreativas (EMAVRA) contó que los repuestos llegaron en marzo, la empresa Doppelmayr cumplió con el contrato y los trajo a Bolivia; pero no hay dólares disponibles para pagar el 20% restante, que son uno 68.000 dólares.
Es decir, el municipio tiene la plata, pero en bolivianos. El Banco Central de Bolivia (BCB) “debitó” el dinero de sus cuentas; pero a la hora de entregar los dólares dijo que no había disponibilidad. Copa dice que hicieron la solicitud cuatro veces y nada.
Mientras tanto, el teleférico sigue parado y está así desde noviembre 2023. El resultado es que los cochabambinos y turistas no pueden disfrutar de ese servicio.
Y la paralización del teleférico no es un detalle menor porque el turismo en Cochabamba está en alza. En 2023 llegaron 311.053 visitantes a esa ciudad, un 15% del total nacional. Solo en diciembre de 2024 hubo 108.000 visitantes al Cristo, es decir unas 3.600 visitas diarias. Imagínate lo que significa tener ese cablecito sin funcionar: visitantes que ya no llegan, menos ingresos para hoteles, transporte, restaurantes, guías y todo se siente en el bolsillo local.
El teleférico no es un capricho, sino más bien una herramienta turística de primer nivel. Desde que se inauguró en 1999, ha sido el modo más cómodo y barato para llegar al Cristo. El trayecto es de apenas 800 metros y toma unos 4 minutos; pero era un gran atractivo turístico. Hubo un tiempo en que llevaba hasta 2.000 personas por día y la cifra aumentaba un 50 % en temporada alta.
En un país donde los candidatos suelen pelearse por todo, hay una cosa en la que Jorge “Tuto” Quiroga, Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa están de acuerdo: la carretera Cochabamba–Beni es una obra estratégica para el futuro económico de Bolivia. Y no lo dicen al pasar; en cada foro y especialmente en los organizados por la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba (ICAM), todos repitieron que el corazón del desarrollo está en consolidar a Cochabamba como el gran núcleo logístico del país.
Tuto y la integración total
Para Tuto, Cochabamba es como la bisagra geográfica que une las cuencas Andina, Amazónica y Atlántica. Su receta incluye planes como terminar la famosa carretera, rehabilitar la hidrovía Ichilo–Mamoré, levantar un puente sobre el Mamoré, unir los ramales ferroviarios occidental y oriental, modernizar el aeropuerto y crear zonas francas. Y algo clave para él es penalizar los bloqueos como delito grave.
Samuel y el respeto al TIPNIS
Samuel asegura que la carretera se puede hacer respetando el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure). Su propuesta incluye conectar la Amazonía con el eje central, fortalecer corredores bioceánicos y levantar una gran terminal de carga para mover con agilidad el comercio interno y externo.
Manfred y el comercio en movimiento
Para Manfred, esta ruta no solo une, sino que dinamiza el comercio, sobre todo de carne y productos agroindustriales. Dice que la región podría parecerse al Rondonia brasileño en potencial productivo. Su plan incluye instalar aduanas y zonas francas en Santiváñez, diversificar cultivos y prohibir bloqueos porque “frenan la economía”.
En los conversatorios organizados por los empresarios, en Cochabamba, quedó claro que, al menos en este punto, los tres rivales coinciden en que, sin esa carretera, Bolivia pierde una oportunidad histórica.
Este año, el VINOFEST vuelve al campo ferial de Alalay, en Cochabamba.
Redacción | Activo$ Bolivia
En Bolivia, el vino está viviendo su mejor momento y el VINOFEST 2025 quiere ser el gran brindis de celebración. Del 28 al 30 de agosto, el Recinto Ferial de la Laguna Alalay se llenará de aromas, sabores y cultura, con más de 60 expositores listos para conquistar paladares y abrir puertas hacia nuevos mercados.
No es para menos porque, entre 2021 y 2024, la producción nacional de vino creció un 105%, y en seis años el consumo per cápita subió un 40 %. Cifras que no solo hablan de un cambio en la mesa de los bolivianos, sino también de una industria que quiere mirar más allá de las fronteras.
Este año, además, el festival rinde homenaje a una joya nacional: el singani con denominación de origen. “Su inclusión amplía la oferta para nuestros visitantes y rinde homenaje a nuestra identidad”, destacó Antonio Torrico, presidente de FEICOBOL, organizadora del evento.
Pero VINOFEST no solo es vino. También habrá quesos, jamones y charcutería fina; catas guiadas, talleres de maridaje, charlas sobre cultura vitivinícola, venta directa de delicias gourmet y espectáculos en vivo. El Pabellón Americano será territorio de la muestra vitivinícola y gastronómica, mientras que el Pabellón Unión Europea se llenará de alegría con tres noches de música junto a bandas y artistas como Los Molleros, La Cremie, Sentir de Voces, Las Churas, Hermanos Rodríguez, Fakto y más.
Las entradas para la exposición y degustación están a Bs 50 y van de Bs 100 a Bs 200 para los shows, según el sector. Los tickets ya están disponibles en www.todotix.com y en Farmacorp a nivel nacional.
Para el presidente de la FEPC, Juan Pablo Demeure, el evento es mucho más que un brindis colectivo. “Cada plataforma que conecta productores con mercados se convierte en un motor indispensable para la economía”. En otras palabras, VINOFEST no solo llena copas, también mueve agricultura, agroindustria, gastronomía, turismo y, claro, la economía regional.
Este agosto, Cochabamba promete un festival donde cada sorbo cuenta y cada bocado abre una nueva historia para la vitivinicultura boliviana.
El proyecto Sabor Clandestino no sólo ofrece comidas, sino experiencias.
Sandra Arias Lazcano | Activo$ Bolivia
Por estos días, decir «Sabor Clandestino» en Bolivia es hablar de una experiencia que trasciende el plato. Es cena, sí, pero también es arte, calle, memoria, territorio y, a veces, hasta un acto de protesta. Y todo esto tiene un rostro: el del chef Marco Quelca, quien decidió hace una década que su cocina no estaría encerrada entre cuatro paredes.
“En noviembre de 2014 nació la idea”, recuerda Marco. “Quería una cocina libre, una forma alternativa de expresar todo lo que la gastronomía puede decir, más allá de un restaurante”. Así comenzó Sabor Clandestino, con cenas ocultas, intervenciones callejeras, menús secretos y con un pasamontañas como símbolo.
La propuesta rompe con todos los esquemas. Aquí no hay carta ni local fijo. Las experiencias se desarrollan en miradores, plazas o mercados, cualquier espacio puede transformarse en un escenario. “La cocina boliviana tiene mucho que contar —dice Marco—, desde sus productos hasta su historia, su gente y sus luchas”. Por eso cada encuentro con Sabor Clandestino es también una narrativa sensorial porque se toca, se huele, se escucha y se siente.
Quelca habla con pasión del concepto de “ciclicidad gastronómica”. No es solo lo que se sirve, sino es entender de dónde viene el alimento, quién lo cultiva, cómo se transporta, qué implica producirlo. Su menú degustación recoge ingredientes de los 24 pisos ecológicos del país, trabajando con productores locales, respetando tiempos de la tierra y proponiendo técnicas contemporáneas sin perder la raíz.
El camino no ha sido fácil. “El desafío más grande fue que el mismo medio gastronómico no entendía lo que hacíamos”, confiesa. “¿Por qué gratis? ¿Por qué sin menú convencional? ¿Por qué pedir un adelanto sin saber qué vas a comer?” Pero los años han validado la apuesta y hoy Sabor Clandestino es referencia en innovación culinaria, con un enfoque comunitario, sensible y profundamente boliviano.
¿Y cómo percibe Marco la evolución de la cocina nacional? “Bolivia tiene una identidad poderosa que está empezando a entenderse”, dice con firmeza. “No tenemos que imitar a nadie. Nuestro camino es único. Sabor Clandestino fue pionero en abrir esa brecha, pero ya hay otros proyectos que están apostando por propuestas igual de potentes y distintas”.
Las colaboraciones han sido claves. Cada año, Sabor Clandestino sale de La Paz y se convierte en un tour por otras ciudades bolivianas, de la mano de universidades, escuelas de cocina y colegas que se suman al experimento. “Sin alianzas, el desarrollo es limitado. Pero con amigos, con comunidad, se puede llegar más lejos”.
El chef Marco Quelca y su equipo.
Aunque vivió experiencias intensas dentro y fuera de Bolivia, lo que más lo marcó fue el entendimiento del cruce entre la cocina y otras disciplinas artísticas. “Hay muchas formas de diálogo. La cocina puede tocar el paladar, pero también el corazón y la memoria”, dice.
La historia personal de Marco Quelca también define su filosofía. Pasó de lavar autos o lustrar zapatos a convertirse en referente gastronómico y reivindica su origen con orgullo. “El pasamontañas es símbolo de eso. Muchos lo usamos para no ser reconocidos, para no ser juzgados por nuestros oficios humildes. Pero debajo de esa máscara hay trabajadores, soñadores, gente que levanta al país”.
Y para quienes quieren innovar en la cocina sin perder identidad, lanza un consejo simple pero potente: “Nunca dejen de soñar. Soñar es gratis, te empuja a crecer, a estudiar, a ser más curioso. No importa de dónde vengas. Si sueñas con pasión, vas a encontrar tu camino”
En sus propias palabras, Sabor Clandestino no es un restaurante. Es una obra en movimiento. Una invitación a mirar la gastronomía desde otro lugar: más comprometida, más libre, más boliviana. Y a veces, también, más incómoda. Pero ese, para Marco Quelca, es exactamente el punto.
Redacción | Activo$ Bolivia En Cochabamba están cocinando algo grande. El Observatorio de Turismo Regional, impulsado por la Universidad UCATEC, quiere que el turismo deje de ser cosa exclusiva de hoteleros y agencias y pase a ser una tarea compartida por toda la comunidad. Desde académicos y autoridades hasta la señora que vende pasteles en la plaza, todos tienen un papel que jugar.
René Polo, rector de la UCATEC y mente detrás de esta iniciativa, lo explica así: “Si el turismo crece, todos nos beneficiamos”. Por eso, 60 estudiantes de turismo, comunicación y diseño están metiendo manos y creatividad para levantar datos, diseñar material promocional y trabajar de la mano con municipios como Tarata y Tiquipaya. Incluso han recibido reconocimientos por su aporte en ferias y eventos.
El objetivo es construir una cultura turística desde la base, con información real y acciones concretas. Porque, como señala Polo, “sin datos no hay política pública”. El Observatorio busca digitalizar el registro de visitantes, certificar circuitos turísticos, capacitar a la gente y dinamizar las economías locales con rutas bien organizadas.
La UCATEC, con 18 años formando profesionales en Turismo y Hotelería, formalizó este proyecto el 31 de julio de 2024. Y ahora, con un directorio ampliado que integrará a diversas instituciones, quiere que este sea un esfuerzo de toda la ciudad, no de una sola persona.
Cochabamba tiene el talento, el patrimonio y hasta el sabor. Lo que faltaba era organizarse y parece que todo se está cocinando muy bien.
No se trata de un campeonato que queramos ganar, pero ahí estamos. Bolivia figura entre los 10 países más complejos del planeta para hacer negocios, según el Global Business Complexity Index 2025 de TMF Group. Y aunque el país bajó del quinto al octavo lugar en comparación con el año pasado, la posición sigue reflejando un terreno lleno de baches para quienes quieren invertir o emprender aquí.
Mientras lugares como República Checa, Curazao o Nueva Zelanda hacen gala de trámites simples, impuestos amigables y digitalización avanzada, el lado opuesto de la lista —donde Bolivia comparte espacio con Grecia, Francia, México, Colombia y China— muestra una realidad muy distinta: papeleo interminable, alta carga impositiva, trabas regulatorias y un mercado cambiario complicado.
Fernando Romero, economista, señala que uno de los problemas más persistentes es la dependencia del papel. Sí, en plena era digital, las empresas todavía deben presentar físicamente nóminas y documentos. A eso se suman la inestabilidad macroeconómica, restricciones para convertir divisas y tensiones políticas, que disuaden a más de un inversionista.
¿Hay alguna luz en el camino? Sí, aunque es tenue. El mercado laboral se mantiene estable y existen oportunidades en infraestructura, turismo y el aprovechamiento de recursos como el litio o el gas. Pero para que eso ocurra, Bolivia necesita una cirugía profunda, por ejemplo, con menos burocracia, más digitalización y leyes actualizadas.
En palabras simples, si queremos salir de este incómodo top 10, habrá que dejar de ser un país que obliga a “nadar contra la corriente” y empezar a construir un clima donde hacer negocios sea tan natural como tomarse un café sin tener que llenar cinco formularios para hacerlo.
El empresario Samuel Doria Medina en la inauguración de Green Tower La Paz, en 2022.
Gustavo Villarroel Terrazas | Activo$ Bolivia
En Estados Unidos, un magnate del sector inmobiliario llegó a la Casa Blanca, no una sino dos veces. Y no solo eso, Donald Trump gobierna un país que, aunque ama el dinero, también desconfía de los ricos. Actualmente, junto a Elon Musk —el hombre más acaudalado del planeta— intenta escribir otro capítulo en la historia económica estadounidense.
Pero, ¿qué pasaría si algo parecido ocurriera en Bolivia? Un país donde decir que uno tiene plata no siempre cae bien. Donde la pobreza ha sido convertida casi en virtud. Donde la desconfianza hacia los empresarios es tan grande como los mitos que se tejen en los cafés sobre ellos.
El millonario Samuel Doria Medina, uno de los empresarios más reconocidos del país, vuelve a la escena política. Una vez más. Y aunque ya ha probado más de un trago amargo en las urnas, insiste. Porque es bien sabido que, para ser empresario en Bolivia, hay que saber caerse, levantarse y seguir.
Esta entrevista está motivada por la filosofía de Activo$ Bolivia de destacar el talento empresarial boliviano.
Del cemento a las urnas
Quizás no todos lo recuerden, pero hace tiempo contó que, cuando era niño estuvo a punto de morir por el feroz ataque de un perro; en 1995 fue secuestrado; diez años después sobrevivió con heridas menores a la caída del avión en el que viajaba; y hace pocos años le diagnosticaron cáncer.
Le dijeron que no iba a poder y, sin embargo, aquí está. Después de construir un imperio empresarial que incluye desde cementeras hasta hamburguesas (tiene la franquicia de Burger King en Bolivia desde hace 25 años), ahora vuelve a postularse con una idea clara: el país necesita un cambio, y él cree tener el know-how para hacerlo.
No es una idea loca. Muchos se preguntan si un empresario exitoso podría ser un buen presidente. Y no faltan ejemplos. Al fin y al cabo, dirigir una empresa implica tomar decisiones, gestionar crisis, mantener empleos y generar recursos. Algo que no suena muy diferente a gobernar un país.
Pero claro, no es lo mismo. El gran problema, como dice Samuel, es la percepción. Porque en Bolivia, ser rico es sospechoso. Y querer ser presidente siendo empresario, ni se diga.
¿Por qué se siente apto?
En el país hay nombres que suenan con fuerza cuando se habla de empresarios que podrían dar el salto a la política. Pero por ahora, es Samuel quien está en carrera. Y tiene una historia que contar.
Su padre, sin terminar el colegio, llegó a ser gerente nacional de finanzas en una gran empresa. Fue su ejemplo. Samuel estudió, se preparó, y a sus 28 años asumió la presidencia de SOBOCE, una cementera que estaba literalmente al borde del colapso. No había dinero, las deudas eran millonarias y los trabajadores temían perderlo todo.
¿Y qué hizo? Se arremangó, reunió a un equipo de profesionales bolivianos jóvenes y trabajó. Durante 25 años transformó esa empresa en una de las más sólidas del país. Cuando empezó, valía un millón de dólares. Cuando se fue, valía 600 millones.
¿Es lo mismo gestionar un país y gestionar una empresa? No del todo. Pero algunas cosas sí. Samuel lo dice sin rodeos: “Cuando veo los problemas del país, me siento seguro de poder resolverlos”. Suena ambicioso, pero tiene un punto. Si logró pagar las deudas imposibles de SOBOCE, ¿por qué no intentar lo mismo con Bolivia?
La crisis económica actual no es poca cosa. El dólar escasea, los precios suben y muchos recuerdan con miedo la hiperinflación de los años 80. En ese entonces, Víctor Paz Estenssoro lanzó su famosa frase: “Bolivia se nos muere”. Ahora, Samuel piensa que es posible revivirla, pero con un nuevo modelo económico.
Capitalismo con rostro humano
“No se trata solo de ganar plata”, dice. Su propuesta se enfoca en los emprendedores, en la creatividad, en los jóvenes. Dice que por todo el país hay semillas de emprendimiento que necesitan apoyo. Y cree que él puede dar ese empujón.
Después de vender SOBOCE, Samuel invirtió en Los Tajibos, en edificios como Green Tower en La Paz y Santa Cruz, y, claro, en Burger King. Sigue moviendo fichas; pero asegura que su enfoque ahora está más en crear las condiciones para que otros puedan crecer. Porque, según él, no se trata solo de hacer empresa, sino de generar oportunidades para muchos.
¿Tiene chance esta vez?
Eso lo dirán las urnas el próximo 17 de agosto. Pero si algo ha demostrado este empresario es que la derrota no lo detiene. “Toda la experiencia que tengo me da la preparación para resolver los problemas del país”, afirma.
Puede que su discurso no enamore a todos. Puede que algunos lo sigan viendo como “el rico que quiere gobernar”. Pero también es cierto que hay quienes, frente a la crisis, prefieren apostar por alguien que sabe lo que es pagar sueldos, enfrentar deudas, planificar inversiones y sobrevivir a las tormentas.
Samuel, el empresario que se niega a rendirse, vuelve al ruedo. ¿Será que esta vez lo logra?
Hay casas de revista en lugares como el Urubó. (Foto: Yildo Cuéllar-YT)
Redacción | Activo$ Bolivia
Santa Cruz de la Sierra no deja de reinventarse. Es una ciudad que crece hacia arriba y hacia afuera, desafía a sus propios límites y parece vivir en una sociedad que camina decidida hacia el futuro. Si lo miras bien, el mercado inmobiliario tiene varios frentes: barrios consolidados, nuevas zonas emergentes y un creciente interés por viviendas a largo plazo.
Zonas emergentes que están de moda
La zona norte, con Equipetrol y sus alrededores, sigue siendo la joya urbana con edificios modernos, oficinas, tiendas y vida social; su atractivo no deja de crecer. El distrito más pujante es el Distrito Municipal N° 5, que ha visto cómo en menos de cuatro años, entre 2019 y junio de 2023, se otorgaron más de 1.073 licencias de construcción. Esta zona es ahora el nuevo corazón vertical de la ciudad.
Otras áreas que también ganan atención son El Urubó, en el municipio de Porongo, donde proliferan urbanizaciones cerradas, lotes en venta, preventas y proyectos residenciales de calidad, impulsando una expansión urbana acelerada.
Lugares top y precios por metro cuadrado
Santa Cruz de la Sierra sigue siendo imán de la inversión inmobiliaria en Bolivia, con precios que resaltan en medio de un escenario económico difícil.
Una agente de una conocida inmobiliaria con sede en Santa Cruz, que prefiere guardar su nombre en reserva, explica que las áreas más caras son Equipetrol, Las Palmas, Urubó, y la franja norte-este entre el segundo y quinto anillo. Allí los precios por metro cuadrado oscilan entre los $us 500 y los $us 900, y hay viviendas que pueden llegar a superar los $us 1.200 por metro cuadrado en segmentos premium como Equipetrol o Urubó. En Equipetrol y Las Palmas, las casas usualmente cuestan entre $us 200.000 y los 2 a 3 millones de dólares. Los alquileres mensuales cuestan entre 500 a 3.500 dólares.
¿Qué ingreso hace falta para permitirse estas casas?
La mayoría de hogares en Bolivia no llega a cubrir estos costos. Los datos del INE señalan que el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, en Santa Cruz, es de unos $us 3.200 anuales (267 dólares al mes). Algunos usuarios coinciden en que, antes de la crisis por escasez de dólares y falta de combustible, se necesitaban al menos Bs 5.000 a 6.000 mensuales (unos 700 a 800 dólares) para vivir cómodo con lujos básicos en Santa Cruz; y más de 10.000 bolivianos (1.300 dólares) si se trata de vivienda en zonas altas, carro propio y buena vida.
¿Hasta qué porcentaje de la población podría pagarlas?
Tomando como ejemplo una casa de 500.000 dólares a 900 dólares el metro cuadrado (aprox. 500 m²), eso implica que menos del 5% de la población cruceña podría tener la capacidad de comprarla, porque solo esa fracción tiene acceso a ingresos altos y crédito bancario. Siempre teniendo en cuenta que estos cálculos son en función al tipo de cambio oficial de 6,96; pero el dólar paralelo ronda los 13 bolivianos por unidad y eso hace las cosas aún más inaccesibles.
En Santa Cruz, el estrato socioeconómico alto representa apenas un 5 % de la población, la media-alta el 15 % y la media el 45%. Solo este 5 % y parte del 15% más alto podrían aspirar, legalmente, a comprar inmuebles superiores a los 300.000 dólares.
Por otra parte, solo alrededor del 40 a 60% de los hogares tiene vivienda propia; el resto vive de alquiler, anticrético o con familiares. Y el crédito bancario está limitado porque Santa Cruz concentra el 39% de los créditos para vivienda, aunque las tasas y requisitos han cerrado el acceso para muchos, según datos de la prensa local.
Lujo en medio de la crisis
Los costos de la construcción son altos. Entre 2023 y julio de 2025 los precios subieron casi 47% en edificios y 39% en viviendas unifamiliares debido a la inflación, el encarecimiento del dólar y la escasez de materiales de construcción. Eso encarece aún más los inmuebles de lujo.
La demanda y la inversión (extranjera y nacional) está concentrada en sectores premium como empresas, agroindustria y élites empresariales, que siguen comprando bienes raíces como refugio o activo físico.
La otra cara de la moneda es el déficit habitacional persistente porque Bolivia tiene un faltante de alrededor de 1.6 millones de viviendas dignas; eso genera demanda en todos los estratos, aunque con poca opción para los de menores ingresos.
Mientras pocos viven en mansiones, cerca de un tercio de la población recurre a autoconstruir con materiales básicos, sin planificación ni acceso a crédito.
Aunque Santa Cruz vive un boom inmobiliario, su mercado de lujo funciona en paralelo a una realidad económica donde la mayoría no puede acceder ni siquiera a una vivienda digna.
El congreso de innovación científica en China, donde participó un científico boliviano.
Edwin Carpio San Miguel | Activo$ Bolivia
La Universidad Mayor de San Simón (UMSS) acaba de hacer historia porque su trabajo en la tropicalización de la quinua —es decir, adaptarla para que crezca en zonas cálidas como Santa Cruz o el Chaco— ha sido reconocido nada menos que en China. El gigante asiático, que hoy produce más quinua que Bolivia, ha puesto los ojos en lo que se está cocinando (literalmente) en los laboratorios universitarios del país.
El mérito fue presentado por Jorge Rojas, director del Centro de Nanotecnología y Biotecnología de la UMSS, durante un congreso de innovación tecnológica sobre quinua en Shanghái. Allí, no solo aplaudieron la hazaña boliviana, sino que se firmaron varios convenios con universidades chinas y con la propia Academia de Ciencias del país.
“Esto es un logro no solo para Bolivia, sino para el mundo”, dijo Rojas. Y tiene razón. La quinua ya no es solo un grano andino de altura, ahora también puede prosperar bajo el sol intenso del oriente boliviano o el Chaco. Y eso cambia todo.
China está buscando reemplazar cultivos como el arroz o el trigo por quinua, por sus propiedades funcionales y medicinales. Ya tienen un banco de germoplasma con más de 100 mil accesiones, mientras que Bolivia guarda solo 4.000. ¿Qué significa eso? Que ellos están dispuestos a conseguir su objetivo. Y ahora Bolivia es parte de ese proyecto.
Jorge Rojas, director del Centro de Nanotecnología y Biotecnología de la UMSS, en el congreso realizado en China.
La buena noticia es que Bolivia no se queda atrás. Gracias al trabajo de la UMSS, ahora hay acuerdos de investigación conjunta, intercambios científicos y posibilidades de colaboración en cultivos como la quinua y la yuca. Estudiantes y científicos van a viajar de un país al otro para seguir desarrollando esta alianza.
Pero más allá de los convenios, este reconocimiento pone en el mapa a la ciencia boliviana. La UMSS ha sido oficialmente reconocida como la universidad que logró lo que parecía imposible: adaptar la quinua a climas cálidos. Un hito que no solo debemos celebrar, sino proteger y potenciar.
Así que mientras algunos siguen viendo solo el potencial turístico de Bolivia, otros están viendo su potencial científico. Y eso es algo que no se da todos los días.