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sábado, junio 21, 2025
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Reality de magnates: el fin del “romance” entre Trump y Musk

Redacción | Activo$ Bolivia

El romance político más improbable de los últimos años acaba de explotar frente a millones de ojos y en tiempo real. Elon Musk, el magnate que hace autos eléctricos y lanza cohetes, y Donald Trump, el presidente más disruptivo de Estados Unidos, pasaron de ser aliados de campaña a enemigos declarados. Todo, en menos de una semana.

Hace unos días posaban sonrientes en la Oficina Oval, como si fueran socios de una startup presidencial. Musk había dejado su cargo en el Departamento de Eficiencia Gubernamental, creado por y para él. Todo parecía en buenos términos: elogios mutuos, apretones de manos, promesas de seguir en contacto. Pero eso no pasó.

El 5 de junio, Musk explotó en su red social favorita (y de su propiedad), X. Llamó al plan fiscal de Trump una “abominación repugnante”, dijo que sin él Trump jamás habría ganado las elecciones y, para rematar, dijo que el presidente estaba en los Epstein files. Trump, fiel a su estilo de batalla, no tardó en responder: decepción, sarcasmo y la amenaza de cancelar contratos gubernamentales con las empresas de Musk. Clásico de Trump.

Y así, lo que parecía una alianza de alto vuelo terminó convertido en un show de guerra digital. Musk y Trump se enfrentan con los dos megáfonos más grandes del planeta: la Casa Blanca y una red social global. ¿El escenario? Una mezcla entre política, negocios y ego tamaño XXL.

¿Por qué se rompió el hechizo?

La alianza entre ambos fue siempre más táctica que ideológica. Musk, que coqueteaba con el libertarismo, vio en Trump una forma de bloquear a Kamala Harris y su posible agenda reguladora. Trump, por su parte, encontró en Musk un apoyo millonario (casi 300 millones de dólares entre donaciones y eventos) y una imagen moderna ante los jóvenes blancos conectados.

Pero una vez que Harris quedó fuera del juego, lo único que quedaba entre ellos era el poder. Y ahí empezaron las grietas.

La “gran y hermosa ley” de Trump, su paquete fiscal estrella, fue el punto de quiebre. Aunque recorta impuestos (lo que suena bien para cualquier libertario), también elimina subsidios a la compra de autos eléctricos y recorta gastos sociales, educación y energías limpias. Para Musk, eso no solo es una traición a su visión tech y verde, sino un desbalance fiscal enorme que pone en riesgo la economía de EE. UU.

En resumen: Musk quería más libre mercado y menos populismo fiscal. Trump, en cambio, priorizó su visión conservadora y pragmática: reducir impuestos, pero a su manera.

¿Y ahora qué?

Musk sale del círculo de confianza trumpista por la puerta de atrás, sumándose a una larga lista de exsocios que pasaron de amigos a críticos. Pero, a diferencia de otros (como Pence o Nikki Haley), Musk tiene su propio imperio. No necesita la política para influir: le basta con una app y millones de seguidores.

Eso sí, el futuro del DOGE (el departamento estrella de Musk) está en duda. Trump podría disolverlo, renombrarlo o reinventarlo. Pero lo que parece claro es que la era de la colaboración Musk-Trump ya quedó archivada.

El show, como siempre, continúa. Pero ahora con dos protagonistas enfrentados y con la audiencia global mirando el próximo tuit incendiario. Y si algo hemos aprendido, es que cuando estos dos pelean, no hay red segura.

Con datos de EFE, AP, Reuters, BBC, France 24 y de medios internacionales.

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