
Edwin Carpio San Miguel | Activo$ Bolivia
El problema no es la falta de recursos, sino cómo se administran. Así lo dejó claro el analista financiero Jaime Dunn en su intervención en el foro empresarial organizado por la Cámara de Industria, Comercio y Servicios de Cochabamba (ICAM). Para él, el Estado ha demostrado ser un pésimo administrador y, en lugar de fomentar la economía, se ha convertido en un lastre que impide el crecimiento del país.
Crear riqueza, no repartir pobreza
Dunn desmontó el discurso oficial sobre la lucha contra la pobreza y propuso un enfoque diferente: en lugar de repartir bonos y subsidios, se debe apostar por generar riqueza. “Los países que han logrado un desarrollo sostenible no lo hicieron repartiendo dinero del Estado, sino permitiendo que sus ciudadanos prosperen por mérito propio”, afirmó.
Para el analista, la única forma de lograr un crecimiento económico real es fortaleciendo el sector privado, garantizando seguridad jurídica y promoviendo la inversión. “No hay desarrollo sin propiedad privada, y sin propiedad privada no hay libertad”, sentenció.
¿Estado eficiente o burocracia costosa?
Uno de los puntos más críticos de Dunn fue la estructura del aparato estatal. Según su análisis, muchas instituciones públicas solo generan gastos innecesarios y deberían ser eliminadas. Como ejemplo, mencionó el Ministerio de Justicia, cuya existencia dentro del Ejecutivo considera ilógica: “¿Qué hace el Ministerio de Justicia en el Poder Ejecutivo si la justicia es un poder independiente? Hemos creado mecanismos para embarrarlo todo”.
Seguridad para invertir
Dunn también alertó sobre el impacto negativo de la incertidumbre jurídica y la intervención estatal en la economía. La falta de garantías ha desincentivado la inversión y frenado el crecimiento del país. “Un empresario invierte cuando sabe que su esfuerzo y su capital serán respetados, no avasallados”, afirmó.
Para el experto, la solución es clara: menos burocracia, más incentivos para el emprendimiento y un entorno que permita generar riqueza en lugar de repartirla. ¿Será este el camino que Bolivia necesita?