
Redacción | Activo$ Bolivia
Bolivia pasó de tener una “llave mágica” que abría dólares por miles de millones, a mirar el grifo seco y preguntarse: ¿qué pasó con todo ese gas? En 2014, el país exportaba hidrocarburos por más de 6.100 millones de dólares y solo importaba 1.000 millones en combustibles. El resultado fue un superávit energético de 5.100 millones. Hoy, la historia es otra y el final pinta oscuro si no se cambia de rumbo.
Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos y actual socio director de la consultora Gas Energy Latin America, lanzó una advertencia que suena más a alarma: si no se hace un cambio profundo y rápido en el modelo energético, Bolivia llegará al 2029 completamente desabastecida de combustibles y con una factura de 6.000 millones de dólares solo en importaciones de diésel, gasolina y gas.
Este 2025, el país ya está importando el 90% del diésel y casi el 60% de la gasolina que consume. Y el GLP, que hasta hace poco se exportaba, también comenzó a comprarse fuera. ¿Exportaciones de gas natural? A Argentina ya se cortaron. A Brasil le quedan un par de años más, si acaso. “Cada vez producimos menos y tenemos menos divisas para importar”, resume Ríos. La ecuación es simple: sin energía, no hay economía que funcione.
Además, los subsidios, el contrabando, la caída en la producción y un modelo estatal que se quedó sin oxígeno, están dejando sin margen de maniobra al país. El déficit energético de este año ya ronda los 1.500 millones de dólares, y lo peor es que ni siquiera hay con qué pagar las importaciones. Por eso las filas en los surtidores, los cupos y las restricciones.
Pero el verdadero colapso llegaría en 2029, cuando Bolivia tenga que importar casi todo lo que necesita para mover su transporte, industrias y hogares. ¿De dónde sacará los recursos? Nadie lo sabe con certeza.
La solución no es sencilla ni indolora. Ríos plantea recortes al gasto público, eliminar subvenciones, cerrar empresas estatales que no generan, y sobre todo, recuperar la seguridad jurídica para que vuelvan las inversiones privadas. “No importa si el nuevo gobierno es de izquierda, centro o derecha. Lo que importa es que entienda la magnitud del desafío”, afirma.
El tiempo corre y la energía se agota. ¿Será que el país reacciona antes de que el grifo se cierre del todo?