Sandra Arias Lazcano | Activo$ Bolivia
Luis Arce volvió a sacar su carta favorita sobre la mesa: la industrialización con sustitución de importaciones como solución mágica para la crisis económica. Y como buen político en campaña (aunque no lo diga), lo acompañó con un video lleno de fábricas, trabajadores sonrientes y la clásica música inspiradora de fondo.
Pero la realidad es mucho menos cinematográfica. El economista Luis Fernando Romero fue tajante al afirmar que «Bolivia está atrasada unos 100 años en industrialización» y explicó que el proceso que plantea el Gobierno no solo es larguísimo, sino que hoy está más lejos que nunca.
¿La razón? Empezando por lo básico: no hay dólares, no hay combustibles y no hay estabilidad. Bolivia importa el 90% del diésel y el 60% de la gasolina que necesita y eso sin contar que ya hasta el GLP se está comprando del exterior. ¿Cómo se puede hablar de levantar industrias si el país no tiene energéticos ni para prender las máquinas?
Además, Bolivia aún depende en un 70% de insumos, materias primas y bienes importados, o sea, todo lo que necesitamos para producir, viene de afuera. Y mientras no haya alianzas reales con el sector privado (no competencia desde el Estado), esa sustitución de importaciones suena más a promesa que a plan, dice Romero, quien es presidente del Colegio de Economistas de Tarija.
Y hay más. Todos los países que hoy tienen industrias potentes pasaron por procesos largos, estratégicos y sostenidos. El problema es que, en Bolivia, cada nuevo gobierno arranca de cero, sin continuidad, sin visión país.
Entonces, ¿cuánto tiempo le tomaría a Bolivia industrializarse si todo estuviera en condiciones óptimas (con dólares, combustibles y estabilidad)? La respuesta de Romero es demoledora: mínimo 50 años. Y eso si se hiciera bien, con políticas de Estado, inversión privada y planificación a largo plazo.
Porque sin energía, sin plata y sin consenso, ningún país se industrializa. Y mucho menos en época electoral.